INTRODUCCIÓN
LECCIÓN 1
¿QUIEN TIENE EL CONTROL?
Deseo
hacerle una pregunta: ¿Quién está en control de todo lo que pasa en el mundo?
¿Dios o Satanás? Mucha gente piensa que Dios es solamente rey en el cielo, pero
no piensa que El es el creador del mundo y tampoco creen que El controle todas
las cosas que ocurren en él. Algunas personas piensan que el mundo funciona
como una máquina obedeciendo las leyes de la naturaleza. Otros consideran que
el hombre puede controlar lo que le sucede usando su propio libre albedrío.
Pero
déjeme hacerle nuevamente la pregunta: ¿Quién tiene el control de lo que sucede
en el mundo? ¿Es Dios o Satanás? Cuando nos fijamos en lo que pasa en el mundo,
fácilmente podríamos concluir que Satanás está en control, esto debido a que
existe tanta confusión y pecado. Vemos que las cosas van de mal en peor;
continuamente oímos de guerras y revoluciones; sabemos que hay una gran
inquietud y temor en el mundo. La mayoría de las personas permanecen en la
ignorancia respecto a la verdad de Jesucristo, y muchos piensan que el
cristianismo es un fracaso.
Aún
algunos que se identifican como creyentes, han sugerido que aunque Dios quiere salvar
a las personas, no puede hacerlo, ¡porque estas mismas personas no se lo
permiten! Todo pareciera indicar que Satanás tiene más control de lo que ocurre
que Dios tiene. Los creyentes, más que ningún otro, no deberían pensar de esta
manera. Los creyentes no deben interpretar lo que sucede sólo por lo que sus ojos
ven, sino que deben interpretar las cosas a través de la fe.
(Andamos por fe no por vista.” 2 Cor.5:7) Los creyentes creen lo que Dios
ha dicho en la Biblia, y la Biblia siempre ha advertido que lo que está
sucediendo en el mundo es lo que tenía que suceder (porque así lo había determinado
Dios desde el principio). La Biblia dice que la gente inconversa siempre estará
en rebeldía contra la autoridad y la ley de Dios. Así que, no debería
sorprendernos cuando la gente desprecia a Dios mismo, porque El es la autoridad
suprema y el dador de la ley.
La
Biblia anuncia que es Dios y no Satanás, quien está controlando lo que acontece
en el mundo. La Biblia nos enseña que Dios creó todas las cosas, y que El
ejerce un control completo y soberano sobre todo lo que hizo. La voluntad de
Dios no puede ser cambiada. El es Rey soberano sobre todas las cosas y nunca
puede ser sorprendido por nada de lo que acontece. El reina sobre todo,
haciendo que todas las cosas obren juntas para el bien de todos aquellos que le
aman y que han sido llamados por El para ser su pueblo.
Aunque
todas estas cosas son verdaderas, solamente podemos entenderlas y disfrutarlas
si somos creyentes en Dios. Tenemos que llenar nuestras mentes con conceptos
verdaderos acerca de Dios, Su naturaleza y Su carácter. Sólo entonces, podremos
aceptar con sumisión y confianza todo lo que nos acontezca, sean decepciones,
dificultades o tristezas, porque sabemos que todas las cosas incluso éstas, son
controladas por un Dios tan sabio que no puede equivocarse, y demasiado amoroso
para ser cruel.
La
gente necesita escuchar estas verdades acerca de Dios; la predicación superficial
y vaga no basta. Así que, permítame hacer la observación de nuevo: Dios todavía
vive; El ve todo lo que sucede y está en completo control.
Cuando
pensamos acerca de lo que está pasando en el mundo, no deberíamos comenzar a
explicarlo desde una perspectiva meramente humana, porque si lo hacemos así,
jamás entenderemos esta vida. Existen muchas cosas en la vida que encontramos
extrañas y difíciles de entender, pero a través de la Biblia Dios nos da
entendimiento. La Biblia es la Palabra de Dios, la revelación divina para
nosotros. Así que, si queremos entender lo que pasa en el mundo, tenemos que
comenzar aprendiendo lo que la Biblia dice acerca de Dios. Este es el lugar
correcto para comenzar.
Si
tratamos de explicar las cosas partiendo del estado actual del mundo y luego
intentamos conectarlo con Dios, concluiremos que Dios tiene muy poco que hacer
con el mundo tal como nosotros lo conocemos ahora.
Pero
si comenzamos con Dios y luego lo relacionamos con el mundo, empezaremos a
comprender el porqué las cosas están así ahora. Dios es santo y juzga a
aquellos que pecan contra El. Dios cumple su Palabra y castiga la maldad, tal
como ha prometido hacerlo en la Biblia. Dios puede hacer todo, y nadie puede
resistirle o vencerle. Dios conoce todo y nadie sabe más que El. Nada es
imposible para Dios. Así pues, al mirar lo que está sucediendo en el mundo,
podemos concluir que Dios ha iniciado su juicio contra la maldad y el pecado en
nuestro mundo moderno, tal como lo hizo en el pasado.
Hay
dos maneras para responder a mi pregunta acerca de quién está en control. La
persona que no cree en Dios considera todo desde su propio punto de vista
humano. Empieza con el hombre y es por eso que no puede entender el cómo Dios
puede estar en control. Por otro lado, la Biblia nos dice que los pensamientos
de Dios no son los nuestros, y que los caminos de Dios no son como los de
nosotros. La persona que no cree en Dios siempre pensará que es tonto decir que
Dios controla todo. Sin embargo, El creyente sabe que Dios está en control
porque así lo ha dicho Dios en la Biblia. El cristiano comienza con Dios.
Aunque
hay mucho pecado y sufrimiento en el mundo, lo cual causa tristeza al creyente,
sin embargo él no dice “Si yo fuera Dios no lo permitiría”. El cristiano cree
que los caminos de Dios son inescrutables e incomprensibles. Dios ha ocultado
muchas cosas de nosotros con el propósito de probar nuestra fe, para fortalecer
nuestra confianza en su sabiduría y para ayudarnos a aceptar su voluntad. El
cristiano confía en Dios y trata de interpretar todas las cosas desde el punto
de vista de Dios. El creyente confía en Dios y acepta lo que ocurre, porque sabe
que viene de El. Puesto que confía en Dios, su corazón puede estar tranquilo en
medio de la tormenta. Confiando en Dios, se regocija porque sabe que al fin de
todo verá la gloria de Dios.
En
el siguiente capítulo aprenderemos más de lo que la Biblia quiere decir, cuando
afirma que Dios está en control de todas las cosas.
LECCIÓN: 2
¡DIOS TIENE CONTROL DE TODO!
“Tuya es, oh Jehová, la magnificencia, y el poder,
y la gloria, la victoria, y el honor; porque todas las cosas que están en los
cielos y en la tierra son tuyas. Tuyo, oh Jehová, es el reino, y la altura
sobre todos los que están por cabeza.” 1
Crónicas 29:11.
¿Entiende
lo que implican las palabras “Soberanía de Dios”? En la introducción vimos que
aunque hay mucha maldad en el mundo, la Biblia afirma que Dios está en completo
control de todo. Esto es lo que implican las palabras “Soberanía de Dios”.
Cuando decimos que Dios es soberano, queremos decir que Dios tiene poder
absoluto sobre todo. El es El Supremo, El gran Rey; El es Dios. El hace su
voluntad en el cielo y en la tierra, y no hay nadie que pueda detener su mano y
decirle, “¿Qué haces?”. Cuando decimos que Dios es soberano, queremos decir que
El es el Dios Todopoderoso, que posee todo poder en el cielo y en la tierra y
que nadie puede resistir su voluntad. Este es el Dios de la Biblia.
Frecuentemente,
la enseñanza moderna da un concepto muy diferente acerca de Dios. A menudo
presenta un “dios” impotente e ineficaz, un “dios” de lástima más que un Dios
digno de ser temido. La mayoría de la enseñanza moderna dice que Dios “El
Padre”, quiere salvar a todo el mundo, y que “El Hijo” murió para salvar a
“todos”, y que Dios el Espíritu Santo está tratando ahora de ganar a todos los
hombres en el mundo. Pero, ¿no es obvio que muchas personas estén muriendo sin
haber sido salvas por Cristo, y sin esperanza alguna? Entonces, si muchos
mueren siendo perdidos y si creemos que Dios quería salvarlos a todos,
seguramente el Padre ha de estar desilusionado, el Hijo ha de sentirse
insatisfecho y el Espíritu Santo ha sido derrotado.
No
podemos decir que Dios haya sido sorprendido por el pecado humano, porque esto
bajaría a Dios al nivel de los seres humanos que son falibles y llenos de
errores. Tampoco podemos decir que Dios permanezca impotente ante el
sufrimiento y el pecado en el mundo, porque entonces estaríamos pasando por
alto lo que la Biblia dice: que Dios controla hasta los malos actos que los
hombres cometen. En realidad, si negamos la soberanía de Dios, muy pronto ya no
tendremos lugar para Dios en nuestros pensamientos.
Dios
es completamente soberano. El posee el derecho de gobernar todo tal como El
quiera. Dios es como el alfarero que tiene control completo sobre el barro.
Dios es soberano en la manera en que usa su poder. El lo usa cómo, cuándo y
dónde lo desee. Todo el testimonio de la Biblia afirma esta verdad. Cuando el
Faraón, rey de Egipto, intentó detener a los israelitas para que no fueran a
adorar a Dios en el desierto, Dios usó su poder y los israelitas fueron
salvados, mientras que los egipcios fueron vencidos.
Después,
cuando los israelitas entraron en la tierra de Canaán y encontraron que la
ciudad de Jericó era un obstáculo, Dios usó su poder y los muros de la ciudad
fueron derribados. El poder de Dios salvó a David de Goliat.
Dios
cerró la boca de los leones para que no lastimaran a Daniel. No obstante, en
ocasiones Dios no muestra su poder por un largo tiempo, y entonces repentinamente
lo manifiesta y todos lo pueden ver.
El
poder de Dios no siempre rescata a su pueblo de los peligros. En Hebreos
11:36-37, nos dice como algunos que creyeron en Dios fueron apedreados y aún
muertos, y otros anduvieron errantes cubiertos con pieles de animales y
soportando mucho sufrimiento. ¿Porqué no fueron rescatadas estas personas por
el poder de Dios como las otras? La única respuesta es que Dios es soberano en
la manera en que usa su poder. El hace lo que sabe que es mejor.
Dios
es soberano también en la manera en que concede su poder a otros. Concedió
poder a Matusalén para que viviera más tiempo que ningún otro. Dios concede a
algunos la capacidad para ganar mucho dinero, pero no hace a todos ricos. Esto
es debido a que Dios ejerce su soberanía al conceder su poder a las personas.
El no concede el mismo poder a todos.
Dios
es soberano también en el otorgamiento de su misericordia. Cuando Jesús fue al
estanque de Bethesda en Jerusalén, había muchos enfermos allí y entre ellos
estaba un hombre que había estado enfermo por treinta y ocho años. Juan
capítulo 5 nos dice que Jesús dijo a este hombre, “Levántate, toma tu
lecho y anda” (ver. 8). De inmediato el hombre fue sanado; levantó su
lecho y se fue. Ahora, ¿Porqué fue sanado este hombre en particular?
No
nos dice que fuera debido a que merecía ser sanado. Es decir, la misericordia
de Dios se manifestó en él de una manera soberana, porque Jesús pudiera haber
sanado a toda la multitud tan fácilmente como lo hizo con este hombre. Pero
Jesús usó su poder divino para sanar a un solo hombre. Dios es soberano en la
manera en que otorga su misericordia. El muestra su misericordia como a El le
place.
Dios
es soberano en la manera en que muestra su gracia. La gracia es el favor divino
mostrado hacia aquellos que no lo merecen (sino que por el contrario, merecen
ser enviados al infierno). La gracia es lo opuesto a la justicia, puesto que la
justicia nos da sólo lo que merecemos. La gracia es la bondad de Dios hacia las
personas que no la merecen, puesto que ellos han odiado y desobedecido a Dios y
su ley.
La
gracia es un don (un regalo) de Dios, de tal manera que nadie puede exigirlo
como si fuera un derecho, porque entonces dejaría de ser gracia. Dios no debe
su gracia a nadie, sino que la concede a los que El quiere por su propia
soberana voluntad. Podemos regocijarnos en esto, porque los pecadores son
salvados por gracia. Esto significa que la persona más pecaminosa puede ser
alcanzada por esta gracia. La gracia excluye toda jactancia humana y le da a
Dios toda la gloria de la salvación.
Casi
cada página de la Biblia nos recuerda que Dios es soberano en el otorgamiento
de su gracia. Cuando Jesús nació, las buenas nuevas no fueron anunciadas a todo
el mundo, sino que fueron dadas a los pastores en Belén y a hombres sabios del
Oriente. Dios pudiera haberlo dicho a todos pero no lo hizo, porque El es
soberano en la forma en que ejerce su gracia.
¿Se
fija usted en que Dios ha otorgado su gracia a personas con poca probabilidad de
ser alcanzadas? El la mostró a los pastores y a hombres que ni siquiera eran
judíos. Frecuentemente, desde aquel entonces hasta el día de hoy, Dios ha hecho
exactamente lo mismo, mostrando su gracia a las personas más despreciables e
indignas. ¿Le ha mostrado a usted Su gracia?
Hemos
visto que todo en la Biblia nos dice que Dios es soberano. En el próximo
capítulo veremos que todas las cosas que Dios ha creado también nos muestran
que El es el Dios soberano.
TEXTOS BIBLICOS:
“Mas el pueblo que conoce a su Dios se esforzará y
actuará.” Daniel 11:32.
“Porque mis pensamientos no son vuestros
pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dijo Jehová. Como son más altos los cielos que la tierra,
así son mis caminos más altos
que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos.” Isaías 55:8-9.
“¡Oh profundidad de las riquezas de la sabiduría y
de la ciencia de Dios! ¡Cuán insondables son tus juicios, e inescrutables tus
caminos!” Romanos 11:33.
“El hace todas las cosas según el designio de su
voluntad.” Efesios 1:1. “Porque
de él, y por él, y para él, son todas las cosas...” Romanos 11:36
“Y dijo David: Bendito seas tu, oh Jehová, Dios de
Israel nuestro padre, desde el siglo y hasta el siglo. Tuya es, oh Jehová, la
magnificencia y el poder, la gloria, la victoria y el honor; porque todas las
cosas que están en los cielos y en la tierra son tuyas. Tuyo, oh Jehová, es el
reino, y tu eres excelso sobre todos.” 1ª Crónicas 29:10-11
“La cual a su tiempo mostrará el bienaventurado y
solo soberano, Rey de reyes, y Señor de señores.” 1
Timoteo 6:15.
LECCIÓN: 3
DIOS
CONTROLA LA NATURALEZA
“Señor, digno eres de recibir gloria y honra y
virtud: porque tú criaste todas las cosas, y por tu voluntad tienen ser y
fueron creadas.” Apocalipsis 4:11
En
la lección 2 vimos que la Biblia enseña que Dios es soberano.
El
es soberano en el uso de su poder y en el otorgamiento de su gracia y misericordia.
En este capítulo vamos a descubrir más evidencias de su soberanía.
Todo
lo que Dios ha hecho muestra que El es soberano y que tiene control completo
sobre su creación. Trate de pensar acerca del tiempo antes de que Dios creara
el mundo. Desde entonces El era soberano, y fue enteramente una decisión de su
voluntad el crear algo o no crear nada.
También
fue enteramente cosa de El, el cómo hacerlo. Pudiera haber hecho un mundo tan
grande, que nadie pudiera imaginar su tamaño, o pudiera haber hecho un mundo
tan pequeño que nadie pudiese verlo. Cuando Dios creó el universo, no pidió
ayuda ni consejo de nadie.
Ahora
bien, piense acerca del mundo que Dios hizo. ¿Porqué debería haber más agua que
tierra seca? ¿Porque habría de existir tanta tierra inútil para el uso humano y
otros lugares muy útiles? ¿Porqué hay lugares buenos para vivir y otros malos?
¿Porqué algunos países están sujetos a tantos desastres naturales (temblores,
huracanes, tornadas, sequías, etc.) y otros no? La respuesta a todas estas
preguntas es que así lo ha decidido Dios, porque así se cumplen sus propósitos.
Piense
ahora en las diferencias que hay entre los animales: corderos y osos, elefantes
y ratones. Algunos animales, como por ejemplo los perros, parecen inteligentes
y otros parecen ser tontos. Las mulas y los burros soportan pesadas cargas,
pero los leones y los tigres están sueltos para correr libremente. Considere
las aves en el cielo, los animales de la tierra y los peces de la mar. ¿Porqué
hay tantas diferencias entre ellos? La respuesta es, porque a Dios le agradó
hacerlos así.
Considere
también las plantas. Algunas dan un bonito aroma pero otras no. Algunos árboles
producen un fruto sabroso, pero otros dan un fruto venenoso. ¿Porqué es así?
Porque Dios hizo lo que le plació en el cielo, en la tierra y en el mar.
Ahora
piense acerca de los ángeles. Ellos no son todos iguales, algunos son más
importantes que otros, unos son más poderosos que otros, algunos están más
cerca de Dios que otros. ¿Porqué existen estas diferencias entre los ángeles?
Todo lo que podemos decir es que el Dios soberano, quien habita en el cielo, ha
hecho todo lo que quiso.
Todo
lo que Dios ha hecho nos muestra su soberanía, porque El hace todo como mejor
le parece. Entonces, no deberíamos estar sorprendidos de que también existan
diferencias entre los seres humanos. Algunas personas son muy inteligentes y
otras no. Algunas disfrutan de salud mientras que otras viven muy enfermas.
Todas las personas tienen un temperamento diferente: Unas son aptas para
dirigir y gobernar y otras para ser seguidores y servidores. No deberían
sorprendernos estas diferencias entre las personas, porque Dios hace a cada
persona distinta de las demás. ¿Porqué?
Porque
así le parece mejor al Dios soberano. Dios quien hizo todas las cosas es
absolutamente soberano. El hace lo que le place y efectúa su propia voluntad.
El hizo todas las cosas para sí mismo, y posee también el derecho de hacerlo
así, porque El es el Dios todopoderoso.
Pero
Dios no solo hizo todas las cosas por su propio poder soberano, sino que
también gobierna todo. Imagine solamente, ¿qué ocurriría si Dios no controlara
lo que El creó? Suponga que Dios hizo el mundo, y luego lo abandonara para que
se gobernase por las así llamadas “leyes de la naturaleza”.
Si
Dios lo hiciera así, entonces no tendríamos certeza de que el mundo no pudiera
ser destruido. Si tan sólo las leyes de la naturaleza controlaran el mundo,
entonces un poderoso tornado podría arruinar todo, o un gran huracán podría
inundar todo, o un gran temblor podría acabar con todo.
Entonces,
¿cómo podríamos estar seguros de que éstas cosas no fueran a ocurrir? Si nos
atrevemos a decir que Dios no está controlando el mundo, entonces perderíamos
toda la certeza de estabilidad. Si Dios no está controlando todo, entonces todo
acontece por pura casualidad.
Imagínese
que sucedería si Dios no pusiera límites a las cosas malas que hacen los
hombres. Imagínese como sería el mundo si la gente fuera completamente libre
para hacer lo que quisiera. Entonces toda la bondad en el mundo desaparecería y
la maldad y la confusión reinarían. Esto pone de manifiesto la necesidad de que
Dios gobierne el mundo, y El también lo hace a fin de que ninguna cosa se salga
de control y no venga el caos.
Dios
está controlando aún todas aquellas cosas que no tienen vida como el clima, el
viento y el mar. Cuando Dios dijo, “Hágase la luz”, la luz se hizo. Cuando Dios
dijo que enviaría un diluvio sobre el mundo antiguo debido a la depravación de
sus habitantes, entonces el diluvio vino. Cuando Dios trajo las plagas sobre
Egipto, la luz se tornó en obscuridad, las aguas se convirtieron en sangre y
grandes piedras de granizo cayeron. Dios esta
controlando todos estos eventos.
Hay
muchos ejemplos en la Biblia de cómo Dios ha controlado todas aquellas cosas
que no tienen vida. El horno del rey Nabucodonosor fue calentado siete veces
más de lo acostumbrado, y tres de los hijos de Dios fueron arrojados dentro de
el, y el fuego ni siquiera quemó sus vestidos aunque sí mató a los hombres que
los lanzaron al horno. Cuando los discípulos iban con el Señor Jesucristo en un
pequeño bote y la tormenta atemorizó a los discípulos, Jesús dijo a la tormenta,
“Sea la paz”, y entonces el viento cesó y el mar se calmó. Dios controla el
clima, porque El envía el hielo, la nieve y el viento.
También
El envía y detiene la lluvia. Todas estas cosas inanimadas obedecen a la voz de
Dios y así ejecutan su soberana voluntad. Cuando nos quejamos del clima, ¡En
realidad estamos quejándonos de la voluntad de Dios! Dios hizo el mundo y
continúa controlándolo. El es también soberano sobre los animales, los hombres
y los ángeles, como veremos en el próximo estudio.
LECCIÓN: 4
DIOS CONTROLA AL HOMBRE
“Jehová afirmó en los cielos su trono; Y su reino
domina sobre todos.” Salmo 103:19
En
el capítulo dos vimos que Dios gobierna todas las cosas inanimadas en el mundo,
tales como la tierra, el aire, el fuego y el agua. Pero El también gobierna a
los animales, a los hombres y a los ángeles.
EN PRIMER LUGAR,
Dios controla a los animales. Esto es claramente enseñado en la Biblia. En Génesis
6:20 leemos que antes de que Dios enviara el diluvio sobre la tierra, El hizo
que dos animales de cada clase entraran al arca de Noé. Estos animales fueron
controlados por Dios. En Éxodo capítulo ocho tenemos una descripción de las
plagas que Dios envió sobre la tierra de Egipto. Leemos acerca de como las
ranas salieron del río Nilo y entraron al palacio del rey y las casas de sus
siervos.
Dios
incluso hizo que las ranas entraran en las camas de los egipcios, y aún dentro
de sus hornos (lugares donde las ranas comúnmente no entran). Muchas moscas
invadieron también la tierra de Egipto, pero no se acercaron a ninguno de los
lugares donde el pueblo de Dios se encontraba. Enseguida, Dios hizo que se enfermara
el ganado de los egipcios, pero nada del ganado perteneciente al pueblo de Dios
se enfermó. Vemos como Dios tuvo el control de estos animales en todo tiempo.
En
1 Reyes 17:2-4 leemos que Dios dijo a su profeta Elías que se fuera a vivir
cerca de un arroyo en donde unos cuervos le alimentarían. Los cuervos llevaron
la comida al siervo de Dios en lugar de comérsela ellos mismos. Hay muchas
otras historias como éstas en la Biblia que demuestran que Dios controla a los
animales. Por ejemplo, Dios cerró la boca de los leones cuando su siervo Daniel
fue puesto en el foso de los leones; Dios hizo que un gran pez tragara a su
siervo Jonás, y luego cuando Dios quiso, este pez lo vomitó en tierra seca. Así
que sin lugar a dudas, es verdad que Dios controla a los animales. Ellos hacen
exactamente lo que El les manda hacer.
EN SEGUNDO LUGAR, Dios
controla no sólo a los animales sino también a los hombres. Aunque esto sea
algo muy difícil de aceptar, deseo que comprendan que ésta es la verdad. Porque
hay dos alternativas, o Dios tiene el control de todo o alguien más le controla
a El. Del mismo modo, es la voluntad de Dios la que siempre se cumple o es la
voluntad de los hombres.
Ahora,
¿cuál de estas alternativas es la verdad? Es cierto que muchas personas odian a
Dios, pero esto no significa que El no pueda usarlos como sus instrumentos
cuando El lo deseé. No es suficiente decir que Dios puede detener los efectos
malos de lo que las personas malvadas hacen. Tampoco basta simplemente decir
que algún día Dios castigará a los malos por sus pecados. Dios es tan grande
que cada cosa que las personas más malvadas hacen está enteramente bajo su
control.
De
hecho, las personas malas en realidad hacen lo que Dios ha dicho de antemano
que ellos harían, aunque la persona mala no se dé cuenta de ello. Esto es
exactamente lo que sucedió con Judas, el hombre que entregó a Jesucristo en
manos de aquellos que lo odiaban. ¿Podría alguien ser más malo de lo que fue
Judas? Así que, si Judas estaba haciendo aquello que Dios había decidido que
hiciera, entonces no es difícil creer que todas las personas malas están
igualmente haciendo lo que Dios había dicho que tenía que suceder.
No
queremos argumentar sobre este asunto, sino sólo queremos ver lo que la Biblia
dice. En Hechos capítulo 17:28 leemos que en Dios vivimos y nos movemos y
somos. Esto fue dicho por poetas griegos que no eran creyentes y cuyos
discípulos se burlaron de la idea de que Jesús resucitara de la muerte. Pero
parece que aún lo hecho por estas personas estaba bajo el control de Dios.
De
Proverbios 16:9 aprendemos que la gente hace sus propios planes para su vida,
pero son los planes de Dios los que en realidad se cumplen:“El corazón del hombre piensa su camino; mas
Jehová endereza sus pasos.” La
historia del rico insensato en el Nuevo Testamento (Luc.12:16-21) muestra que
tan cierta es esta afirmación. Nos habla de como un hombre planeaba construir
grandes graneros donde guardaría toda la cosecha que levantara. El planeaba
disfrutar su vida, pero Dios había determinado algo diferente, y fue el plan de
Dios el que se cumplió. Dios declaró que aquel hombre necio moriría esa misma
noche y así ocurrió.
Nunca
es correcto decir que las personas pueden actuar en contra de la voluntad de
Dios. Tan sólo piense en los siguientes pasajes de la Biblia: Job 23:13 dice: “Pero si él determina una cosa, ¿Quién lo
hará cambiar?
Su alma deseó e hizo.” Proverbios
21:30 dice: “No hay sabiduría, ni
inteligencia, ni consejo contra Jehová”. Isaías 14:27 enseña que aquello
que Dios ha determinado, no
puede ser alterado por nadie: “Porque
Jehová de los ejércitos lo ha determinado, ¿Quién lo impedirá? Y su mano
extendida, ¿Quién la hará retroceder?”
La
Biblia enseña claramente que las acciones de cada persona, sean buenas o malas,
son controladas por el Dios soberano. Los hombres pueden pensar que ellos son
más fuertes que Dios, rebelándose quizás contra El, pero Dios se ríe de su
debilidad y de su necedad. El es tan poderoso que puede destruirlos fácilmente
en el momento en que El quiera.
TERCERO, Dios controla también a los ángeles.
Ellos son mensajeros de Dios. Escuchan lo que Dios dice y hacen lo que El les
manda. Aún los ángeles malos obedecen a Dios. Satanás mismo está completamente
bajo el control de Dios. Hasta que Dios le permitió hacerlo, Satanás fue
incapaz de tocar a Job. En Mateo 4:11 leemos que Jesús le dijo a Satanás que se
fuera y éste inmediatamente le dejó. En el fin del mundo, Satanás será lanzado
en el lago de fuego que ha sido preparado para él y sus ángeles.
Dios
reina. El controla todo, las cosas inanimadas, los animales, las personas y los
ángeles, incluyendo a Satanás mismo. No puede suceder nada en todo el universo
a menos que Dios haya determinado que acontezca.
Aquellos
que confían en un Dios tan grande, tienen paz en sus corazones. Confiar en un
Dios soberano da un sentido de seguridad lo cual fortalece la fe. No es la
casualidad, ni la “mala suerte”, ni el hombre, ni Satanás quienes gobiernan al
mundo. Es el Dios todopoderoso quien gobierna por su buena voluntad y para su
propia y eterna gloria.
TEXTOS BIBLICOS:
“Porque yo sé que Jehová es grande, y el Señor
nuestro, mayor que todos los dioses. Todo lo que Jehová quiere, lo hace, en los
cielos y en la tierra, en los mares y en todos los abismos.” Salmo
135:5-6.
“Señor, digno eres de recibir la gloria y la honra
y el poder; porque tú creaste todas las cosas, y por tu voluntad existen y
fueron creadas.” Apo.4:11.
“Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él
nada de lo que ha sido hecho fue hecho.” Juan
1:3.
“Nuestro Dios está en los cielos; todo lo que quiso
ha hecho.” “Benditos vosotros de Jehová, que hizo los cielos y la tierra” Salmo
115:3,15.
“En el principio, Oh Dios, tú formaste la tierra, y
los cielos son obra de tus manos.” Hebreos
1:10.
“Porque de él, y por él, y para él, son todas las
cosas. A él sea la gloria por los siglos. Amén.” Romanos
11:36.
LECCIÓN: 5
DIOS HACE QUE LAS PERSONAS CREAN
“La salvación pertenece a Jehová.” Jonás
2:10. Quizás esté usted maravillado de que si Dios es soberano, ¿Porqué no salva
a todo el mundo de sus pecados? Sabemos que Dios salva a algunas personas, pero
¿Porqué no salva también a otras?
No
podemos decir que algunas personas sean demasiado malas como para que Dios las
salve, porque Pablo el siervo del Señor escribió en 1 Timoteo capítulo 5 y
versículo 15 que él fue el más grande de los pecadores. Por lo que si Dios pudo
salvar al primero de los pecadores, entonces nadie es demasiado malo como para no
poder ser salvado. ¿Es entonces Dios incapaz de salvar a algunos simplemente porque
ellos no desean ser salvados?
Antes
de responder a esta pregunta, pensemos acerca de la experiencia de personas que
han llegado a ser cristianas. Antes de llegar a ser creyentes, ellos no
deseaban conocer a Dios. Ellos caminaban por sus propios caminos y no por los
de Dios. Entonces, ¿cuál fue el cambio en ellos que los hizo creer y ser la
gente que es ahora? Un creyente respondería en las palabras de 1 Cor.15:10: “Por la gracia de Dios soy lo que soy”.
Sin
embargo, todos los verdaderos creyentes dirán que aunque eran responsables de
sus propias acciones, por su gracia Dios fue capaz de controlar y dirigir sus
voluntades. Esto significa que ellos estuvieron dispuestos a recibir a Cristo
como salvador, pero fue Dios quien primero les dio la disposición de creer. Es
solo una parte de la verdad decir que la gente no es convertida porque no
quiere creer. No es toda la verdad. ¿Porqué entonces la gente no cree? La
respuesta es porque no tienen fe. La fe es el don de Dios, y Dios la concede a
las personas que El ha escogido. Leemos en Hechos 13:48 que todos aquellos que
estaban ordenados para vida eterna creyeron.
Así
que, la razón de porqué Dios no salva a todo el mundo es que Dios el Padre es
soberano en la salvación. El otorga el don de la fe salvadora solo a quien le
place. Hay muchos textos en la Biblia que muestran que Dios el Padre es
soberano en la salvación de los hombres. Vamos a mencionar algunos ejemplos.
EN PRIMER LUGAR,
en Romanos 9:21-23 nos dice que Dios es como un alfarero y nosotros como el
barro.
Las
personas a quienes Dios ha escogido y las que no ha escogido son enteramente
iguales en sí mismas. Si Dios no salvara a aquellos que ha escogido, entonces
todo el mundo se perdería; es decir, todos se irían al infierno. Pero Dios hace
una diferencia entre las personas, tal como el alfarero hace de la misma masa diferentes
clases de objetos, algunos para adornar y otros para usos ordinarios.
Dios
puede hacer lo que quiere con lo que es suyo, es decir, con la gente que El ha
creado. El Juez de toda la tierra hará lo que es justo. La Biblia, como ya
hemos visto en Hechos 13:48, dice que todos los que están elegidos para vida
eterna creerán. Este versículo muestra claramente que, el creer es el resultado
de la elección de Dios. También muestra que solo ciertas personas han sido
escogidas para vida eterna, lo cual significa que ellos serán salvos de sus
pecados. Este versículo enseña que todos aquellos que son elegidos por Dios,
sin lugar a dudas llegarán a creer en el Señor Jesucristo.
EN SEGUNDO LUGAR,
Romanos 11:5 nos dice que hay personas en el mundo que han sido escogidas por
la gracia de Dios. También nos dice porqué estas personas han sido escogidas
para salvación. No fueron escogidas porque Dios viera de antemano que eran
buenas gentes. Fueron escogidos simple y sencillamente por la propia bondad de
Dios hacia aquellos que no la merecen.
EN TERCER LUGAR,
1 Cor.1:26-29 nos dice que Dios no ha escogido a muchos sabios, ni poderosos,
ni muchos nobles para que crean en El. Por el contrario, ha escogido a algunos
de los más viles y débiles para que sean su pueblo. Esto nos muestra que es
Dios definitivamente, quien escoge a las personas para que sean salvas, porque
la elección de gente débil y simple, es prueba de que la salvación no tiene
nada que ver con las cualidades de las personas mismas. La elección es
enteramente por la bondad de Dios y no debido a ninguna otra razón.
EN CUARTO LUGAR,
en Efesios 1:3-5 leemos que Dios escogió a su pueblo antes de la fundación del
mundo. En amor los escogió, para que vinieran a ser santos y sin mancha, sus hijos
y sus hijas. Esto muestra que el pueblo de Dios fue escogido antes de la caída
de Adán, y nos enseña también el porque Dios los escogió. Como el texto lo
señala, los escogió para ser adoptados hijos suyos, para alabanza de su gloria
y de su gracia. (Vea los versículos 5,6 y 12.) También nos dice que fueron
escogidos conforme a su propósito soberano y su beneplácito. (Vea los
versículos 9 al 11.)
EN QUINTO LUGAR,
en 2 Tes.2:13, el apóstol Pablo da gracias a Dios de que haya escogido a los
tesalonicenses para salvación, mediante la santificación por el Espíritu y la
fe en la verdad. Esto enseña que todo el pueblo de Dios es escogido para ser
salvo y que es el Espíritu Santo quien asegura que crean la verdad.
EN SEXTO LUGAR,
2 Tim.1:9 declara que Dios llama y salva a su pueblo, no por lo que ellos hayan
hecho, sino por su bondad y amor que El quiso mostrar a los suyos. También
enseña que esto fue determinado en el consejo eterno de la Trinidad, antes de
que el mundo fuese.
Finalmente,
la Biblia nos dice claramente en muchos otros textos, que Dios ha escogido a un
pueblo para que sea salvo. (Vea los textos en la nota al final de este
capítulo.) Y puesto que han sido escogidos por Dios, ellos buscan a Dios. Así
pues, no hay necesidad de temer que Dios no te haya escogido a tí; si tú le
estás buscando sinceramente, seguramente es porque Dios te ha escogido. Por
naturaleza nadie busca la salvación de Dios, porque todos están espiritualmente
muertos y separados de Dios.
Entonces,
si tú deseas la salvación que Dios da, ese deseo es evidencia de que Dios te ama
y está obrando en tí. Esta es una de las verdades más alentadoras que se
encuentra en la Biblia; no lo dudes, la fe es el don de Dios. Así que si crees,
Dios te ha dado esa fe porque es su deseo que la tengas. Este es una verdad
maravillosa ¿no es cierto?
TEXTOS BIBLICOS:
Los
siguientes textos afirman que Dios ha escogido a un pueblo para salvación.
“Según nos escogió en él antes de la fundación del
mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de él en amor; Habiéndonos
predestinado para ser adoptados hijos por Jesucristo a sí mismo, según el puro
afecto de su voluntad,” Efesios 1:4-5
“En él digo, en quien asimismo tuvimos suerte,
habiendo sido predestinados conforme al propósito del que hace todas las cosas
según el consejo de su voluntad,” Efesios
1:11
“Y los Gentiles oyendo esto, fueron gozosos, y
glorificaban la palabra del Señor: y creyeron todos lo que estaban ordenados
para vida eterna.” Hechos 13:48
“Y si el Señor no hubiese abreviado aquellos días,
ninguna carne se salvaría; mas por causa de los escogidos que él escogió,
abrevió aquellos días.” Marcos 13:20
“(Porque no siendo aún nacidos, ni habiendo hecho
aún ni bien ni mal, para que el propósito de Dios conforme a la elección, no
por las obras sino por el que llama, permaneciese;) Le fue dicho que el mayor
serviría al menor. Como está escrito: A Jacob amé, mas a Esaú aborrecí. ¿Pues
qué diremos? ¿Que hay injusticia en Dios? En ninguna manera. Mas a Moisés dice:
Tendré misericordia del que tendré misericordia, y me compadeceré del que me
compadeceré.
Así que no es del que quiere, ni del que corre,
sino de Dios que tiene misericordia. Porque la Escritura dice de Faraón: Que
para esto mismo te he levantado, para mostrar en ti mi potencia, y que mi
nombre sea anunciado por toda la tierra. De manera que del que quiere tiene
misericordia; y al que quiere, endurece. Me dirás pues: ¿Por qué, pues, se
enoja? porque ¿quién resistirá a su voluntad?
Mas antes, oh hombre, ¿quién eres tú, para que alterques
con Dios? Dirá el vaso de barro al que le labró: ¿Por qué me has hecho tal? ¿O
no tiene potestad el alfarero para hacer de la misma masa un vaso para honra, y
otro para vergüenza? ¿Y qué, si Dios, queriendo mostrar la ira y hacer notoria
su potencia, soportó con mucha mansedumbre los vasos de ira preparados para
muerte, Y para hacer notorias las riquezas de su gloria, mostrólas para con los
vasos de misericordia que él ha preparado para gloria; Los cuales también ha
llamado, es a saber, a nosotros, no sólo de los Judíos, mas también de los
Gentiles? Como también en Oseas dice: Llamaré al que no era mi pueblo, pueblo
mío; Y a la no amada, amada. Y será, que en el lugar donde les fue dicho:
Vosotros no sois pueblo mío: Allí serán llamados hijos del Dios viviente.” Romanos
9:11-26
“Así también, aun en este tiempo han quedado un
remanente escogido por la elección de gracia. Y si por gracia, luego no por las
obras; de otra manera la gracia ya no es gracia. Y si por las obras, ya no es
gracia; de otra manera la obra ya no es obra. ¿Qué pues? Lo que buscaba Israel
aquello no ha alcanzado; mas la elección lo ha alcanzado: y los demás fueron
endurecidos;” Romanos 11:5-7.
“No me elegisteis vosotros a mí, mas yo os elegí a
vosotros; y os he puesto para que vayáis y llevéis fruto, y vuestro fruto
permanezca: para que todo lo que pidiereis del Padre en mi nombre, él os lo
dé.” Juan 15:16
“Así los primeros serán postreros, y los postreros
primeros: porque muchos son llamados, mas pocos escogidos.” Mateo
20:16
“Porque muchos son llamados, y pocos escogidos.” Mateo
22:14
“Que nos salvó y llamó con vocación santa, no
conforme a nuestras obras, mas según el intento suyo y gracia, la cual nos fue
dada en Cristo Jesús antes de los tiempos de los siglos,” 2
Timoteo 1:9.
“Por tanto, todo lo sufro por amor de los
escogidos, para que ellos también consigan la salud que es en Cristo Jesús con
gloria eterna.” 2 Timoteo 2:10.
“Sabiendo, hermanos amados de Dios, vuestra
elección: Por cuanto nuestro evangelio no fue a vosotros en palabra solamente,
mas también en potencia, y en Espíritu Santo, y en gran plenitud; como sabéis
cuáles fuimos entre vosotros por amor de vosotros.” 1
Tesalonicenses 1:4-5.
“Pedro, apóstol de Jesucristo, a los extranjeros
esparcidos en Ponto, en Galacia, en Capadocia, en Asia, y en Bithinia, Elegidos
según la presciencia de Dios Padre en santificación del Espíritu, para obedecer
y ser rociados con la sangre de Jesucristo: Gracia y paz os sea multiplicada.” 1
Pedro 1:1-2.
“Y sabemos que a los que a Dios aman, todas las
cosas les ayudan a bien, es a saber, a los que conforme al propósito son
llamados. Porque a los que antes conoció, también predestinó para que fuesen
hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre
muchos hermanos; Y a los que predestinó, a éstos también llamó; y a los que
llamó, a éstos también justificó; y a los que justificó, a éstos también
glorificó.” Romanos 8:28-30.
LECCIÓN: 6
¿POR QUIEN MURIO CRISTO?
“Conocidas son a Dios desde el siglo todas sus
obras.” Hechos 15:18
En
la lección 5 vimos que Dios el Padre es soberano en la salvación. El concede el
don de la fe para que las personas puedan creer. Dios da esta fe sólo a
aquellos que El ha escogido y sin lugar a dudas tiene el derecho de actuar como
y cuando quiere en este asunto.
Ahora,
en este capítulo mostraremos que Dios el Hijo es también soberano en la
salvación. Hay quienes predican que Cristo murió para hacer que la salvación
del pecado fuera posible para todo el mundo. Pero esto no puede ser verdad
porque Jesús mismo dijo que El daría vida eterna sólo a aquellos que le fueron
“dados” por el Padre. Fíjese en las palabras de Jesús en Juan 17:2, “Como le has dado potestad sobre toda carne,
para que dé vida eterna a todos
los que le diste.”
Muchos
pasajes en la Biblia enseñan que Cristo murió solamente por aquellos que Dios
escogió. Veamos algunos de estos pasajes. Hemos visto que antes de la fundación
del mundo, Dios escogió un pueblo para ser salvado. La Biblia enseña que Cristo
vino al mundo para hacer la voluntad del Padre. En Juan 6:38 leemos las
siguientes palabras de Jesús: “Porque
he descendido del cielo, no para hacer
mi voluntad, sino la voluntad del que
me envió”.
También
Jesús habló del pueblo que Dios le había dado en Juan 17:6 diciendo: “He manifestado tu nombre a los hombres que
del mundo me diste; tuyos eran
y me los diste...” Está claro entonces que, Dios ha escogido a ciertas
personas para ser salvas, y que Jesús haciendo la voluntad de Dios, murió para
llevar a cabo la salvación de ellos.
Otro
punto que debemos considerar es el siguiente: cuando Jesús murió, él tomó el
lugar de los pecadores culpables y sufrió en lugar de ellos, a fin de que ellos
no tuvieran que sufrir el castigo por sus pecados. Si Jesús hubiera sufrido y
muerto en el lugar de todos, entonces nadie tendría que sufrir por sus pecados.
Es decir, Dios siendo justo, no podría exigir dos pagos por los mismos pecados,
viéndose obligado a dejar libres a todos.
Pero
la Biblia habla de personas que mueren en sus pecados y a ellos Jesús les dice:
“Apartaos de mí malditos, al fuego
eterno...” (Mat.25:41). Resulta claro entonces que Jesús no murió por
todos, porque hay algunas personas que recibirán la maldición de Dios y tendrán
que sufrir por sus pecados.
¿(Nota:
También debemos tomar en cuenta el hecho de que muchas personas ya estaban en
el infierno antes de que Cristo viniera y muriera.
Está
claro que Cristo no hizo nada para salvar a aquellos que ya estaban perdidos
antes de su venida.)
Vemos
en Hebreos 9:24 que Cristo Jesús “entró
en el cielo mismo para presentarse ahora por nosotros ante Dios”.
También en Hebreos 7:25 dice, “Que
Cristo puede también salvar perpetuamente a los que por él se acercan a Dios,
viviendo siempre para interceder por ellos”. Fíjese que Jesús no está intercediendo a favor de
todos, (como también nos dice Rom.8:34),
que Cristo intercede sólo a favor de los escogidos.
Cristo
afirma este mismo punto cuando
dice en Juan 17:9, “Yo ruego por
ellos; no ruego por el mundo, sino por los que me diste.” En el Antiguo
Testamento el sumo sacerdote
ofrecía un sacrificio por los pecados del pueblo y luego intercedía delante de Dios en favor de este
mismo pueblo. En una forma semejante, Cristo
ha hecho el sacrificio de sí mismo por los pecados de todos aquellos que el Padre ha escogido, y ahora
como su sumo sacerdote él intercede por
ellos en el cielo. Así que, puesto que Cristo intercede sólo a favor del pueblo escogido de Dios, esto quiere
decir que murió sólo por ellos.
En
Juan 6:44 Cristo dice: “Ninguno puede
venir a mí, si el Padre que me envió no le trajere...” También dice lo
mismo en 6:65, “Ninguno puede venir a
mí, si no le fuere dado del Padre”. Esto enseña que es el poder divino lo que hace que el pecador
esté dispuesto a acudir a Cristo y que por naturaleza, todos están indispuestos a venir. Sabemos que
algunas personas nunca vendrán
a Jesús. ¿Porqué no vienen?
Algunos
responden que Jesús nunca forza
a nadie a recibirle como salvador. En cierto sentido esto es verdad, pero en otro sentido,
está completamente equivocado. Cristo tiene
el poder para hacer que la gente venga a él, porque él es Dios mismo, el Todopoderoso. Una razón por la
cual muchas personas no vienen a Jesús
es porque Cristo no tuvo el propósito de salvarlas. Cristo tuvo la
intención de salvar sólo a
aquellos que Dios había escogido. El usa su divino poder para hacer que estas personas en particular estén dispuestas a
recibirle como Señor y
salvador.
Cristo
afirmaba esta enseñanza en muchos textos. Por ejemplo, Cristo dice en Juan
6:37, “Todo lo que el Padre me da,
vendrá a mí.” En Juan 10:26 dice, “Mas
vosotros no creéis porque no sois de mis ovejas... mis ovejas oyen mi voz, yo las conozco y me
siguen; y yo les doy vida eterna”.
En
Juan 5:21 dice que “Como el Padre
levanta a los muertos y les da vida, así también el Hijo a los que quiere da
vida”. En Mateo 11:27 Cristo dice,
“Nadie conoció al Hijo, sino el Padre; ni al Padre conoció alguno, sino el Hijo,
y aquel a quien el Hijo lo quisiere revelar.”
En
Mateo 1:21 dice, “Llamarás su nombre
JESUS, porque él salvará a su pueblo de sus pecados”. Jesús mismo dijo
en Mateo 20:28 que vino para
dar su vida en rescate por “muchos”. Fíjese que no dice que vino a dar su vida en rescate por todos. Mateo
26:28 dice: “Esta es mi sangre del nuevo
pacto que por muchos es derramada para remisión de los pecados”.
En
Juan 10:11, Cristo afirma que pondrá su vida “por las ovejas”. Efesios 5:25 afirma que Cristo se entregó a sí
mismo por “su Iglesia”. Hebreos
9:28 declara que “Cristo fue ofrecido
una sola vez para llevar los pecados de muchos”. También vemos lo mismo en el Antiguo Testamento, en
la profecía de Isaías capítulo 53 dice: “Habiendo
él llevado el pecado de muchos”
(ver.12). “Por la rebelión de
mi pueblo fue herido” (ver. 8). “Con
su conocimiento justificará mi siervo
justo a muchos, y él llevará las iniquidades de ellos” (ver.11).
Finalmente,
vamos a fijarnos en algunos textos de la Biblia que parecen enseñar que Jesús
murió por todos los hombres sin excepción. Al leer cuidadosamente estos textos
nos daremos cuenta que realmente no enseñan tal cosa. En 2 Cor.5:14 dice que
Jesús murió “por todos”. Pero si leemos el versículo 15, podemos ver que
“todos” se refiere a “todos” los creyentes.
Al
decir, “uno murió por todos”, indica que Cristo murió por todos los suyos. En 1
Tim.2:6 dice que “Cristo se dio a sí
mismo en rescate por todos”.
Pero la Biblia usa la palabra “todos” en varias maneras: A veces significa
“algunos de cada clase”, otras veces la palabra “todos” puede significar “cada
uno de una clase en particular” o “toda clase de personas”.
En
este pasaje significa que Jesús murió por todas clases de personas, ricas y
pobres; poderosas y débiles. Ya hemos visto otros pasajes que enseñan
claramente que Cristo murió por todos los elegidos de Dios. Otro versículo en Heb.2:9
nos dice que “Por la gracia de Dios,
Cristo gustase la muerte por todos”.
Pero enseguida, declara que “todos” son solamente los hijos de Dios. (El
versículo 10 se refiere a muchos hijos, el versículo 11 los llama “hermanos”,
el versículo 13 habla de “los hijos que Dios me dio”, el versículo 16 los llama
“la simiente” de Abraham y el versículo 17 dice que “Cristo murió para expiar los pecados del pueblo”).
Entonces,
ya hemos visto que la Biblia señala claramente que el Señor Jesús murió por
aquellos que el Padre escogió para salvación. No hay límite ni en el valor ni
el poder de la salvación de Dios, pero en su soberanía, Cristo ha asegurado que
esta redención sea aplicada solamente al pueblo que Dios escogió. Por lo tanto,
¿puedo hacerle una pregunta muy importante?
¿Es
usted una de las personas elegidas por Dios? ¿Le ha salvado Jesús? Nota del
Traductor: Algunos se oponen a la idea de que Cristo murió solo por los
creyentes basándose en los textos que usan la palabra “mundo” o la frase “todo
el mundo”. Un estudio profundo del uso de la palabra “mundo” en el Nuevo
Testamento revela que la palabra “mundo” (griego =“kosmos”) es usada en las
siguientes formas:
1. Para referirse al universo
entero, vea Hechos 17:24, Efesios 1:4 etc.
2. Para referirse a la
tierra, vea Juan 13:1
3. Para referirse a la
mayoría de los hombres, vea Romanos 1:8
4. Para referirse al Imperio
Romano, vea Lucas 2:1
5. Para referirse a los hombres
malos (los incrédulos), o sea el “mundo” de los incrédulos, vea Juan 14:17. 1
Juan 5:19 etc.
6. Para referirse a los
creyentes (al “mundo” de los creyentes), vea Juan 6:33, 2 Cor.5:19 etc.
7. Para referirse al mundo
como un sistema corrupto, vea 1 Juan 2:15-17.
8. Para referirse a los
gentiles en contraste con los judíos, vea Romanos 11:11-12.
Entonces,
no debemos caer en el error de pensar que el mero uso de la palabra “mundo”
signifique que Cristo murió por todos y cada uno de los hombres en el mundo.
LECCIÓN 7
EL ESPIRITU SANTO LLAMA A LOS
ESCOGIDOS DE DIOS
“¡Oh profundidad de las riquezas de la sabiduría y
de la ciencia de Dios! ¡Cuán incomprensibles son sus juicios, e inescrutables
sus caminos!” Romanos 11:33
Ya
hemos visto que Dios el Padre es soberano en escoger a ciertas personas para
que sean salvas del pecado, y también hemos visto que Dios el Hijo es soberano
en morir para salvar a los elegidos. En está lección veremos que Dios el
Espíritu Santo es soberano en la salvación. El llama eficazmente a aquellos que
Dios ha escogido y les aplica los beneficios de la muerte de Cristo.
De
lo que ya hemos aprendido, era de esperarse que fuera así. Si Dios el Padre
escogió a ciertas personas y Dios el Hijo murió por ellas, el Espíritu Santo
habría de aplicarles los beneficios de la muerte de Cristo. Y esto es
exactamente lo que la Biblia enseña.
En
Juan 3:8 leemos que el viento sopla “de donde quiere”. Nosotros escuchamos su
sonido pero no podemos decir de dónde viene o a dónde va.
Así
es todo aquel que es nacido del Espíritu. En este versículo la acción del Espíritu
Santo es comparada con el viento. Tal como el viento sopla “de donde quiere”,
así el Espíritu Santo obra donde le place. Así como nosotros no podemos decir
de donde viene el viento o a donde va, así tampoco nosotros podemos ver cómo o
dónde obrará el Espíritu Santo. El viento sopla cuando, donde y como a él le
place, o por lo menos así nos parece a nosotros.
Desde
nuestra perspectiva humana, el viento es soberano en lo que hace. Así también
el Espíritu Santo es soberano en lo que hace. En ocasiones, el viento sopla
suavemente y en otras ruidosamente. También el Espíritu Santo a veces obra
suavemente, en maneras que no podemos discernir, y a veces, obra poderosamente
en formas que todos pueden ver. El Espíritu Santo hace lo que le place. En este
capítulo queremos señalar que el Espíritu Santo es soberano en traer a los
elegidos al nacimiento nuevo.
PRIMERO,
sabemos que las personas muertas en pecado no pueden vivificarse a sí mismas
espiritualmente. Nosotros no hicimos nada con respecto a nuestro nacimiento
físico, y del mismo modo no podemos hacer nada en relación con nuestro
nacimiento espiritual. Según Juan 5:24 este nacimiento nuevo significa “pasar
de muerte a vida”. Una persona espiritualmente muerta no puede vivificarse a sí
misma, tal como una persona físicamente muerta tampoco puede resucitarse. Juan
6:63 dice, “El Espíritu es el que da vida, la carne para nada
aprovecha”.
(Otros
textos que afirman el mismo punto son: Juan 1:13; 5:21; 3:5-6, Stg.1:18; 1
Pe.1:23; Ef.2:5, etc.)
Sin
embargo, está claro que el Espíritu Santo no da nueva vida a todos. ¿Porqué no?
La respuesta común a esta pregunta es que no todos confían en Cristo. Muchos
dirán que el Espíritu Santo sólo da vida espiritual a las personas que creen
primero en Cristo. Pero esta respuesta pone las cosas en un orden equivocado.
No es la fe la que conduce a la vida espiritual, sino que la nueva vida
espiritual que nos es concedida trae con ella la fe.
La
fe salvadora no es algo que tenemos por naturaleza. 2 Tes.3:2 dice que no todos
los hombres tienen fe. Efesios 2:1 dice que por naturaleza estamos muertos en
nuestros delitos y pecados. Ahora, si estamos espiritualmente muertos, no
podemos tener fe, porque la gente muerta no puede creer nada.
SEGUNDO,
la Biblia enseña claramente que la obra del Espíritu Santo de dar vida
espiritual ocurre antes de que tengamos fe en Cristo. (Es decir, que la
regeneración precede a la fe o en otras palabras, la fe viene como resultado del
nacimiento nuevo.) En 2 Tes.2:13 dice: “Dios
os haya escogido desde el
principio para salvación, mediante la santificación por el espíritu y la fe en la verdad”. Aquí nos dice
que los tesalonicenses habían sido escogidos y fueron “apartados” o “separados”
por el Espíritu Santo antes de que creyeran la verdad.
La
palabra santificación en este versículo tiene el significado de “separar” o
“poner aparte para los usos de Dios”. Entonces, ¿qué significa aquí ser
“apartado” por el Espíritu Santo? Imagínese que 100 personas escuchan el
evangelio de salvación por la fe en Cristo; pero sólo una persona cree. Esta
persona ha nacido de nuevo espiritualmente y ahora tiene nueva vida. Ha sido
“apartada” o “separada” de las otras 99 que no creyeron. Entonces, 2 Tes.2:13
nos explica que las personas que Dios ha escogido son puestas aparte por el
Espíritu Santo a fin de que crean la verdad.
(Nota
del Traductor: Esta obra del Espíritu Santo de poner aparte, es comúnmente
denominada “El llamamiento eficaz”. Porque es un llamamiento especial que el
Espíritu Santo realiza en los escogidos asegurando que se arrepientan y crean
en Cristo.)
El
orden de las cosas es muy importante: Primero, Dios escoge; segundo, ocurre el
llamamiento del Espíritu Santo al “llamar” o “poner aparte” (santificar a los
escogidos); y por último, viene la fe en la verdad. Este es el mismo orden
señalado en 1 Pedro 1:2 que dice así: “Escogidos
según la presciencia de Dios
Padre, en santificación del Espíritu, para obedecer.”
(Es
decir, para la obediencia del evangelio). Antes de que lleguemos a creer en
Cristo, tiene que suceder primero la obra del Espíritu apartándonos, y aún
antes de esto es la elección de Dios.
Entonces,
podemos ver que la obra del Espíritu Santo es una parte necesaria del plan de
Dios para su pueblo. Si Dios solamente hubiera dado a Cristo para morir por los
pecadores, ningún pecador hubiera sido salvo. La obra del Espíritu Santo es
vital. El Espíritu tiene que obrar primero en el corazón antes de que cualquier
pecador pueda ver su necesidad de ser salvo del pecado.
Los
pecadores necesitan ser renacidos y capacitados con una disposición nueva para
poder recibir a Cristo. Es decir, sin esta obra del Espíritu Santo nadie
creería. Aunque el evangelio de salvación fuese predicado repetidas veces, nadie
creería en Cristo sin la obra del Espíritu Santo en sus corazones. ¿Porqué es
así? Debido a que por naturaleza toda persona odia a Dios y no está dispuesta a
arrepentirse ni a creer en Cristo.
Así
que, es debido a que el Espíritu Santo obra en el corazón de los escogidos que
éstos creen.
¿Ha
comenzado Dios el Espíritu Santo a trabajar en su corazón? ¿Es usted un
creyente en Cristo Jesús? ¿Desea ser un creyente? ¡Escuche! Si usted desea
creer en Jesucristo, algo le ha hecho diferente de todos aquellos que rechazan
venir a Cristo. El hecho de que usted busca la salvación en Cristo Jesús es una
evidencia de que el Espíritu Santo le está llamando.
¿No
significa esto entonces que usted es una de las personas por quienes Cristo
murió? ¡Piense en eso!
TEXTOS BIBLICOS:
“Porque Dios es el que en vosotros obra así el
querer como el hacer, por su buena voluntad.” Fil.
2:12-13
“Mas nosotros debemos dar siempre gracias a Dios
por vosotros, hermanos amados del Señor, de que Dios os haya escogido desde el
principio para salud, por la santificación del Espíritu y fe de la verdad:” 2
Tesalonicenses 2:13
“En aquella misma hora Jesús se alegró en espíritu,
y dijo: Yo te alabo, oh Padre, Señor del cielo y de la tierra, que escondiste
estas cosas a los sabios y entendidos, y las has revelado a los pequeños: así,
Padre, porque así te agradó. Todas las cosas me son entregadas de mi Padre: y
nadie sabe quién sea el Hijo sino el Padre; ni quién sea el Padre, sino el
Hijo, y a quien el Hijo lo quisiere revelar.” Lucas
10:21-22
“Todo lo que el Padre me da, vendrá a mí; y al que
a mí viene, no le hecho fuera.” Juan 6:37.
“Que nos salvó y llamó con vocación santa, no
conforme a nuestras obras, mas según el intento suyo y gracia, la cual nos es
dada en Cristo Jesús antes de los tiempos de los siglos,” 2
Timoteo 1:9.
LECCIÓN 8
DIOS CONTROLA LA HISTORIA
“Porque de El, y por El, y para El, son todas las
cosas. A El sea la gloria por siglos. Amén.” Romanos
11:36
Hasta
aquí hemos visto que Dios controla todo, incluyendo la salvación de las
personas que El ha escogido. Dios el Padre escogió a ciertas personas para ser
salvadas; Dios el Hijo murió para salvarlas, y Dios el Espíritu Santo les
otorga la vida espiritual. Pero, ¿está Dios controlando todo conforme a un plan
predeterminado o está de continuo cambiando este plan? En este capítulo veremos
que Dios está controlando todo de acuerdo a un plan fijo y predestinado.
Mucha
gente estaría de acuerdo con que Dios sabe de antemano lo que ocurrirá en el
futuro. Así que, si Dios sabe lo que sucederá en el futuro, esto sólo puede
significar que en el pasado El decidió lo que iba a suceder; puesto que si Dios
no hubiera decidido lo que sucedería, no pudiera haber conocido con plena
certeza lo que habría de ocurrir.
La
presciencia (preconocimiento) de Dios no hace que las cosas sucedan; ellas
ocurren debido a que El ya ha decidido que sucedieran. En Hechos 15:18 dice que
Dios conocía lo que El iba a hacer desde antes que el mundo comenzara: “Conocidas son a Dios desde el siglo todas
sus obras.” Esto significa que Dios tiene un plan fijo y que no lo
cambia.
Nota
del Traductor: Cuando la Biblia habla de que Dios se arrepiente, por ejemplo en
Gen.6:6, no debemos entender la palabra arrepentimiento como si hubiera
sucedido un cambio en Dios. Tampoco debemos concluir que esto signifique el
surgimiento de algo no previsto por Dios en su plan eterno. Tenemos que
interpretar el arrepentimiento de Dios a la luz de otras escrituras y a la luz
de la naturaleza y los atributos de Dios mismo.
Por
ejemplo, tenemos que tomar en cuenta los siguientes versículos para poder
entender qué significa el arrepentimiento de Dios: 1 Sam.15:29 declara lo
siguiente: “Y también el Vencedor de Israel no
mentirá, ni se
arrepentirá: porque no es hombre para que se arrepienta”.
Santiago
1:17 afirma que: “Toda buena
dádiva y todo don perfecto es de lo alto, que desciende del Padre de las luces,
en el cual no hay mudanza, ni sombra de variación.” (Variación
significa “cambio”) El
salmista dijo: “Y nuestro
Dios está en los cielos: Todo lo que quiso ha hecho.” (Salmos
115:3).
Isaías
proclamó: “Porque Jehová de los ejércitos ha
determinado: ¿y quién invalidará? Y su mano extendida, ¿quién la hará tornar?” (Isaías
14:27).
Nabucodonosor
al volver en sí afirmó: “Y
todos los moradores de la tierra por nada son contados: y en el ejército del
cielo, y en los habitantes de la tierra, hace según su voluntad: ni hay quien
estorbe su mano, y le diga: ¿Qué haces?” (Daniel 4:35).
Jehová
dice por boca de Isaías: “Acordaos
de las cosas pasadas desde el siglo; porque yo soy Dios, y no hay más Dios, y
nada hay a mí semejante; Que anuncio lo por venir desde el principio, y desde
antiguo lo que aun no era hecho; que digo: Mi consejo permanecerá, y haré todo
lo que quisiere.” (Isaías 46:9-10).
Otra
vez el salmista escribe: “El
consejo de Jehová permanecerá para siempre; Los pensamientos de su corazón por
todas las generaciones.” (Salmos 33:11).
Por
fin el apóstol Pablo en el Nuevo Testamento: “Porque de él, y por él, y en él, son todas las
cosas. A él sea gloria por siglos. Amén.” (Romanos
11:36).
Estos
versículos nos conducen a afirmar que la única interpretación correcta del
arrepentimiento de Dios, es que se trata del uso de un antropomorfismo. Es
decir, que Dios se digna hablarnos como si fuera un hombre utilizando un
lenguaje humano, como si Dios experimentara un cambio. Pero en realidad, el
cambio está en los hombres y en la manera como El trata con ellos y no en la
naturaleza de Dios.
Veamos
cual fue el plan de Dios cuando hizo el mundo y todas las personas que lo
habitan. La Biblia nos dice en Prov.16:4 que Dios hizo todas las cosas para sí
mismo. En Apocalipsis 4:11 dice que Dios creó todas las cosas para su propio
placer. Cuando creó el mundo y especialmente cuando creó al hombre, tenía la
intención de manifestar su propia gloria. Sin embargo, Dios sabía perfectamente
antes de crear al hombre que éste caería.
Por
lo tanto, antes de que el mundo fuera hecho, Dios decidió salvar a muchas
personas por medio del Señor Jesucristo. Así que, la salvación de muchos
pecadores a través de Cristo Jesús formó parte del plan de Dios antes de que el
mundo fuera hecho. Dios planeó manifestar su bondad a través de la salvación de
muchas personas pecadoras. Puesto que Dios siempre ha controlado al mundo desde
la creación, El es perfectamente capaz de llevar a cabo su plan de salvar a
muchos pecadores de sus pecados.
En
la lección anterior vimos que Dios controla las cosas inanimadas y a los
animales. También vimos que Dios ha usado tanto las cosas inanimadas como a los
animales para proteger, cuidar y aún advertir a su pueblo elegido. Así pues,
tanto las cosas inanimadas como los animales son usados por Dios en su plan.
Pero, ¿cómo controla Dios a los hombres para efectuar su plan de salvar a su
pueblo de sus pecados? Primero consideraremos como Dios obra en la vida de los
suyos, aquellos que han sido escogidos para ser salvos.
EN PRIMER LUGAR,
Dios vivifica espiritualmente a su pueblo escogido. En sí mismas, estas
personas no son distintas de los demás; es decir, no desean obedecer a Dios así
como tampoco los demás desean hacerlo. Pero Dios cambia la naturaleza de las
personas que El ha escogido a fin de que ellos deseen realmente ser santos y
obedecerle. Este cambio es tan grande que la Biblia lo define como un “nuevo
nacimiento”. Ser vivificados espiritualmente no es meramente un cambio temporal
de opinión, sino que es un cambio completo el cual alcanza a la persona
completa (su mente, sus emociones y su voluntad). Este cambio dura para siempre
y es llevado a cabo en conformidad con el plan de Dios.
EN SEGUNDO LUGAR,
Dios da fortaleza y poder a su pueblo. Mediante este poder los creyentes son
capacitados para hacer lo que El les manda. Ellos son capacitados para mostrar
en sus vidas los frutos del Espíritu: el amor, el gozo, la paz, la paciencia,
la fe, la mansedumbre y la templanza.
EN TERCER LUGAR,
Dios guía a las personas elegidas a fin de que voluntariamente hagan las cosas
que le agradan.
EN CUARTO LUGAR,
Dios cuida a su pueblo para que puedan en esta vida continuar amándole y
sirviéndole, cumpliendo así su plan.
En
todas estas formas Dios efectúa su propósito de salvar a muchas personas de sus
pecados. Pero también Dios lleva a cabo sus propósitos controlando a muchas
personas malvadas. Veamos como es su control sobre este tipo de personas.
EN PRIMER LUGAR,
a veces Dios detiene a la gente perversa de hacer cosas malas. En Números
capítulo 23 la Biblia nos habla de un hombre llamado Balaam, quien había sido
contratado para maldecir al pueblo de Dios (los israelitas). Balaam mismo
quería maldecirlos, pero Dios lo detuvo. En lugar de maldecirlos, Dios hizo que
él los bendijera. Así pues, Dios a veces detiene a las personas malvadas de
hacer cosas perversas.
EN SEGUNDO LUGAR,
a veces Dios cambia el pensamiento de las personas malas a fin de que hagan Su
voluntad. Por ejemplo cuando los israelitas, el pueblo de Dios, fueron
capturados por los persas, Dios hizo que el rey de Persia (Ciro) hiciera un
decreto para la reconstrucción del templo en Jerusalén.
El
rey Ciro era un hombre muy malvado, pero su mente fue cambiada de modo que él
hiciera la voluntad de Dios.
EN TERCER LUGAR,
a veces Dios hace que surja el bien de las acciones malas de las personas
perversas. Esto se manifiesta especialmente en la crucifixión del Señor
Jesucristo. Aunque los hombres malos simplemente querían matarlo, fue por medio
de su muerte en la cruz que Cristo salvó de sus pecados a todo su pueblo
elegido.
EN CUARTO LUGAR,
a veces Dios hace que las personas malas se vuelvan peores. (Así lo dice
Romanos 9:18, “al que quiere
endurecer, endurece.”) Dios hace que sean incapaces de ver lo bueno y lo
verdadero. Así ocurrió con Faraón el rey de los egipcios de tal modo que él
llegó a ser cada vez más cruel con los israelitas. Para nosotros es difícil
comprender porque Dios hace tales cosas, pero podemos estar seguros de que el
Juez Justo de toda la tierra no puede hacer injusticia, y que El manifiesta su
grandeza y su soberanía cuando actúa así.
Entonces,
Dios tiene un propósito definido al controlar al mundo y a sus habitantes.
(Esto significa que Dios controla la historia y todos sus acontecimientos.) El
plan de Dios es salvar a una gran multitud de personas de sus pecados. El da a
su pueblo escogido vida espiritual, poder, guianza y protección. El también
impide, debilita, dirige o estorba lo que la gente mala hace. Así que, todas
las cosas son controladas por Dios y El lleva a cabo perfectamente su plan de
salvar a su pueblo de sus pecados. ¡Qué maravillosa sabiduría y gloria pertenecen
a Dios! No debe maravillarnos que los creyentes le alaben por lo que El es y
por lo que El ha hecho.
TEXTOS BIBLICOS:
“El envía su palabra a la tierra; Muy presto corre
su palabra. El da la nieve como lana, derrama la escarcha como ceniza. El echa
su hielo como pedazos:
Delante de su frío ¿quién estará? Enviará su
palabra, y los derretirá: soplará su viento, y fluirán las aguas.” Salmo
147:15-18.
“Porque Jehová de los ejércitos ha determinado: ¿y
quién invalidará? Y su mano extendida, ¿quién la hará tornar?” Isaías
14:27.
“Porque yo soy Dios, y no hay más Dios, y nada hay
a mí semejante; Que anuncio lo por venir desde el principio, y desde antiguo lo
que aun no era hecho; que digo: Mi consejo permanecerá, y haré todo lo que
quisiere;” Isaías 46:9-10.
“Como los repartimientos de las aguas, así está el
corazón del rey en la mano de Jehová: A todo lo que quiere lo inclina.” Proverbios
21:1.
“Muchos pensamientos hay en el corazón del hombre;
mas el consejo de Jehová permanecerá.” Proverbios
19:21.
LECCIÓN: 9
NUESTRA VOLUNTAD NO ES REALMENTE LIBRE
“Porque Dios es él que en vosotros obra así el
querer como el hacer, por su buena voluntad.” Filipenses
2:13.
Muchas
personas dicen que el hombre tiene “libre albedrío”. Ellos dicen que podemos
escoger por nosotros mismos el creer o no en el Señor Jesucristo. Nos dicen que
tenemos en nosotros mismos la capacidad para aceptar o rechazar a Cristo.
Pero
la Biblia no enseña esto. Romanos 3:11 dice que nadie desea buscar a Dios. Es
cierto que la Biblia dice que el que quiera, puede venir a Cristo, pero esto no
significa que los hombres posean la capacidad de venir. De hecho la Biblia dice
claramente que nadie tiene la capacidad para venir a Cristo. (Vea por ejemplo
Juan 6:44 y 65). Romanos 8:7 nos dice que nuestra naturaleza caída está en
enemistad contra Dios. Juan 15:18 dice que el mundo odia en forma natural a
Dios. Lea estos versículos por sí mismo y vea que esto es bíblico.
Está
claro entonces, que la Biblia dice que nuestras voluntades no son realmente
libres. No somos libres para elegir si vamos a recibir a Cristo como nuestro
salvador o no. En realidad, lejos de ser libres o neutrales, nuestra voluntad
es esclava de otras cosas.
Pero,
¿qué es nuestra voluntad? La voluntad es la capacidad de escoger entre una cosa
y otra, o entre varias alternativas. Pero algo siempre influye en la elección
que nos hace decidir en favor de una o en contra de otra alternativa. Esto
significa que nuestra voluntad es como una sierva de aquellas cosas que la
influyen en su decisión. Por lo tanto, nuestra voluntad no puede ser libre.
¿Cuáles
son las cosas que influyen en nuestra voluntad para que escoja entre una cosa u
otra? Esto depende de que tipo de personas seamos; es decir, depende de nuestra
naturaleza y carácter. En algunas personas esta influencia puede ser la razón y
en otras podría ser la conciencia o las emociones, o podría ser Satanás o el
Espíritu Santo.
Cualquiera
de estas cosas que tenga más influencia sobre la persona es lo que en realidad
controla su voluntad. Así pues, mientras que muchos dicen que es la voluntad
del hombre lo que le gobierna, la Biblia enseña que es su naturaleza interna la
que le gobierna. La Biblia llama a esta naturaleza interior “el corazón”. Es
nuestro corazón (nuestra naturaleza interior) la que influencia nuestra
voluntad.
Por
lo tanto, cuando alguien hace una elección, él hará lo que agrada a su corazón.
Si un pecador tiene que escoger entre una vida de bondad y santidad y una vida
de pecado y egoísmo, escogerá la vida de pecado. ¿Porqué?
Porque
eso es lo que agrada a su corazón. Su corazón (su “yo” interior) es pecaminoso.
Recuerde, la voluntad del hombre (su capacidad de elegir) está controlada por
su corazón pecaminoso.
La
Biblia enseña que nuestros corazones son por naturaleza pecaminosos y que por
naturaleza odiamos a Dios. Debido a esto, nuestras voluntades se inclinan
naturalmente hacia la maldad, ya que nuestras voluntades son controladas por
nuestros corazones pecaminosos. Puesto que nunca somos forzados a pecar en
contra de nuestra voluntad, hay un sentido en que podemos decir que nuestras
voluntades son “libres”. Como personas somos libres de hacer lo que nos gusta,
pero porque somos pecadores, lo que nos gusta hacer es siempre pecar.
Esto
es semejante a un hombre que sostiene un libro en su mano y después lo deja
caer. El libro es ahora libre, pero naturalmente cae al suelo. El hombre que lo
soltó no lo ha forzado a caer al suelo; ahí cayó. Del mismo modo, nadie forza
al pecador a pecar; él peca naturalmente porque su naturaleza pecaminosa
controla su voluntad.
El
escoge pecar libre y deliberadamente, pero siempre escoge pecar porque su
naturaleza es pecaminosa.
El
pecado ha afectado cada parte de la naturaleza del hombre, es decir: su mente,
sus emociones y su voluntad. El hombre es totalmente depravado y esto no es
difícil de probar. No tenemos que discutir acerca de la naturaleza pecaminosa
del hombre, puesto que ninguna persona puede guardar las normas que se ha
impuesto a sí misma. Tampoco puede hacer las cosas buenas que desea hacer, ni
mucho menos hacer las cosas que agradan a Dios.
(Es
por eso que la Escritura declara: “No
hay justo, ni aún uno; no hay
quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno.” Rom.3:10-18.) Esto muestra
claramente que el hombre no es libre, sino que es controlado por el pecado y
por Satanás. El pecado ha penetrado en cada parte de nuestra naturaleza humana.
Por naturaleza no queremos hacer la voluntad de Dios y tampoco deseamos amarle.
El pecado ha entrado en cada parte de nosotros, incluyendo nuestras voluntades.
Nuestras voluntades no son libres.
De
igual manera como las otras partes de nuestro ser, la voluntad es gobernada por
el pecado y está opuesta a Dios. Así que, no es correcto decir que el hombre es
capaz de escoger amar y obedecer a Dios, porque en realidad la voluntad no
desea obedecer a Dios en lo absoluto. Tampoco es correcto decir que los hombres
tienen que hacer “su parte” en la salvación de sí mismos. Un hombre muerto no
puede hacer nada para salvarse a sí mismo, y la Biblia nos dice que los hombres
están muertos a causa de su desobediencia y pecado. Solamente Dios puede
cambiar nuestra naturaleza pecaminosa de modo que lleguemos a amarle y
obedecerle.
(Vea
los siguientes versículos para confirmar esta verdad: Rom.8:7-8; 1 Cor.2:14;
Jn.6:44 y 65; Jn.3:1-9; Ef.4:17-19; Ef.2:1-10; Jn.8:34 y 44; Gen.6:5; Ecl.9:3;
Jer.17:9; Mar.7:21-23; Isa.53:6 y 64:6; Job 14:4; Jer.13:23, etc.)
Hemos
aprendido que Dios tiene control de todas las cosas. Dios el Padre escogió
salvar a ciertas personas de sus pecados. Jesucristo murió para salvarlos y el
Espíritu Santo les da vida espiritual. En la salvación de su pueblo y en su
control de todas las cosas, Dios obra de acuerdo con su propósito determinado.
Ninguna persona puede escoger si será salva o no, porque su voluntad es por
naturaleza mala y no desea lo que es bueno. Es decir, si Dios nos dejara a
todos a los deseos de nuestra propia naturaleza, entonces ninguno sería salvo
sino todos perdidos. Solo Dios puede hacer que una persona desee ser salva de
sus pecados.
Muchas
personas desean escapar de las consecuencias de sus pecados, pero nadie por
naturaleza quiere dejar el pecado, ni ser salvo de su control y dominio. Es por
lo tanto que la Biblia enseña que el arrepentimiento y la fe son dones que Dios
concede sólo a sus elegidos. Vea por ejemplo: 2 Tim.2:24-26; Hech.5:31 y
Hech.13:48; Fil.1:29 y 2:13-14; Stg.1:18; 1 Cor.3:5; Rom.12:3; Hechos 16:14
LECCIÓN: 10
LA SOBERANIA DE DIOS Y LA
RESPONSABILIDAD HUMANA
“Porque Dios es el que en vosotros obra así el
querer como el hacer, por su buena voluntad.” Filipenses
2:13
En
la lección anterior consideramos la cuestión de la voluntad humana. Hemos visto
que la voluntad del hombre natural no es soberana ni tampoco libre, sino más
bien es la sierva de su naturaleza caída y del pecado.
No
es posible sostener la doctrina bíblica de la depravación humana a menos que
uno sostenga también el concepto bíblico de la esclavitud de la voluntad
humana. Hasta que sea enseñado por Dios, el hombre natural negará que el pecado
haya esclavizado tanto su mente como sus emociones y su voluntad.
El
hombre caído se jacta de su “libre albedrío”, cuando en realidad está en
servidumbre al pecado y es llevado cautivo a la voluntad de Satanás. (Vea 2
Tim.2:26.) Pero si la voluntad del hombre natural no es libre, ¿significa
entonces que no es responsable por sus hechos? ¿Acaso
Dios
no puede inculparle por su orgullo, rebeldía e incredulidad? Las Escrituras
hablan continuamente de la corrupción moral y de la ruina espiritual del hombre.
También declaran que el hombre es incapaz de hacer el bien espiritual, pero
esto no significa que las Escrituras nieguen que sea responsable. Más bien,
hablan continuamente de sus deberes hacia Dios y hacia su prójimo y exigen una
obediencia perfecta a los mandamientos de Dios. Entonces, el asunto más difícil
es definir la relación entre la soberanía de Dios y la responsabilidad humana.
Muchos
en su afán por mantener la verdad de la responsabilidad humana, terminan
negando de una u otra manera la soberanía de Dios. Estas personas dicen que si
Dios fuera a ejercer un control directo sobre la voluntad humana, el hombre
quedaría reducido a un títere. Por lo tanto, afirman que Dios no puede hacer
más que advertir y exhortar al hombre; pues si Dios hiciera algo más directo,
esto acabaría con la libertad humana. Otros han caído en el error del
fatalismo; es decir, tratan de usar la soberanía de Dios para justificar su
desobediencia y pecado, como si Dios tuviera la culpa.
Podemos
resumir la enseñanza bíblica sobre este asunto con lo siguiente:
1. Dios es enteramente
soberano, en todo sentido, sobre todas las cosas, incluso sobre la voluntad
humana. Pero la soberanía de Dios no quita ni disminuye en forma alguna la
responsabilidad humana.
2. Los hombres son completamente
responsables; son responsables por sus hechos, son responsables de obedecer, de
creer, de hacer la voluntad de Dios, responsables por todo lo que hacen. Pero
en ningún sentido la responsabilidad humana quita o disminuye la soberanía de
Dios.
3. No existe contradicción
alguna entre estas dos verdades. Pablo en Rom.9:11-24 da una exposición de las
dos cosas. El lector debería hacer un cuidadoso estudio de los argumentos
presentados por el apóstol en Rom.9 en defensa de esta verdad. También muchos
otros versículos declaran juntamente estas dos verdades. Vea por ejemplo
Hech.2:23, Luc.22:22, Hech.4:24-28, Hech.13:45-48 y 2 Tes.2:8-14.
EN ESTÁ LECCIÓN,
TRATAREMOS CON LAS SIGUIENTES PREGUNTAS:
1. ¿Cómo puede Dios detener a
algunos hombres de hacer lo que ellos quieren e impulsar a otros a hacer lo que
no quieren, y al mismo tiempo preservar su responsabilidad? (Es decir,
considerarlos responsables.)
2.
¿Cómo puede el pecador ser responsable de hacer lo que por naturaleza es
incapaz de hacer? ¿Cómo puede ser condenado por no hacer lo que es incapaz de
hacer?
3.
¿Cómo puede Dios decretar que los hombres hagan ciertos pecados y después
hacerlos responsables por cometerlos?
4.
¿Cómo puede el pecador ser responsable de recibir a Cristo y ser responsable
por rechazarlo, cuando Dios no le ha elegido para ser salvo?
PRIMERO, ¿Cómo Puede Dios Detener A Algunos Hombres De Hacer Lo Que Ellos Quieren
E Impulsar A Otros A Hacer Lo Que No Quieren, Y Al Mismo Tiempo Preservar Su
Responsabilidad?
En
Génesis 20:6 leemos: “Y díjole Dios en
sueños: Yo también sé que con integridad de tu corazón has hecho esto; y yo
también te detuve de pecar contra mí, y así no te permití que la tocases.” Aquí
tenemos un caso claro en donde
Dios detuvo a Abimelec de pecar, impidiendo que hiciera lo que de sí mismo hubiera hecho. (Vea
también los capítulos 22 al 24 de Números
y 2 Crónicas 17:10 como ejemplos cuando Dios detuvo el pecado.)
Si
Dios puede hacer esto, mucha gente se pregunta, ¿Porqué entonces no detuvo a
Adán de pecar? ¿Porqué no detuvo a Satanás? O como lo expresan muchos en la
actualidad, ¿Porqué permite que ocurra tanto sufrimiento y maldad en el mundo?
Algunos responden diciendo que Dios quiere detenerlo pero no puede porque no
puede violar el “libre albedrío” humano sin reducir al hombre a un robot. Tal
respuesta es absurda e indigna de Dios. ¿Quién es el hombre para decir que el
Todopoderoso Dios quiere pero no puede hacerlo?
La respuesta bíblica apropiada es que tanto el
pecado como la caída de Adán son
usados para manifestar mejor la sabiduría
y los buenos propósitos de Dios. Entre otras cosas, el pecado provee
ocasión para que el amor y la superabundante gracia de Dios sean manifestados.
¿Cómo
es posible que Dios detenga a los hombres de pecar sin interferir con su
libertad y con su responsabilidad? La respuesta se encuentra en una comprensión
de la siguiente pregunta: ¿En qué consiste la verdadera libertad moral? La
respuesta es que la libertad moral consiste en la liberación de la esclavitud
del pecado. Esto es lo que Cristo expresó en Jn.8:36.
“Así que, si el Hijo os libertare, seréis
verdaderamente libres.” Es decir, entre más que uno
sea librado del control del pecado, será más libre. Los hombres tienen una
definición falsa de la libertad, porque creen que la libertad consiste de ser
libres para pecar. La Biblia afirma que el pecado no es libertad sino
esclavitud. Esto es lo que Cristo dijo en Jn.8:34: “Jesús les respondió:
De cierto, de cierto os digo, que todo aquel que hace (practica) pecado, es siervo de pecado.”
El
hombre natural supone que la única libertad se encuentra en el hecho de no
estar bajo ninguna autoridad, ni bajo el control de nadie salvo uno mismo,
cumpliendo los deseos de su propio corazón. No obstante, este tipo de
“libertad” en realidad resulta ser la peor esclavitud y miseria posible.
La
Escritura nos dice que Dios no puede ser tentado de los malos (Stg.1:14), que
Dios no puede mentir, ni hacer injusticia. ¿Acaso significa que Dios no es libre
porque no puede hacer lo que es malo? Ciertamente no. Por lo tanto, cuando Dios
interviene y detiene a los pecadores, tampoco esto disminuye ni quita su
verdadera libertad. El hombre ya estaba en esclavitud y entonces Dios no ha
quitado nada al hombre, sino que ha aumentado su verdadera libertad. Entre más
que el hombre sea detenido de pecar y librado de la esclavitud del pecado, más
libertad tiene.
SEGUNDO, ¿Cómo Puede El Pecador Ser Responsable De Hacer Lo
Que Por Naturaleza Es Incapaz De Hacer? ¿Cómo Puede Ser Condenado Por No Hacer
Lo Que Es Incapaz De Hacer?
Algunos
han concluido erróneamente que la caída del hombre y su incapacidad espiritual
ha terminado con su responsabilidad moral. Dicen que no es posible que el
hombre sea tanto incapaz como responsable; dicen que esto es una contradicción.
La Biblia responde que a pesar de su depravación y a pesar de su incapacidad,
el hombre es enteramente responsable: responsable de buscar a Dios, responsable
de obedecer el evangelio, responsable de arrepentirse y confiar en Cristo,
responsable de dejar sus ídolos y someterse a Dios.
El
hecho de que Dios exija al hombre cosas que éste es incapaz de hacer es una
realidad; por ejemplo leemos en la Biblia, “amarás a Dios de todo
tu corazón, de toda tu alma y de toda tu mente”, “sed vosotros perfectos como
vuestro Padre en los cielos es perfecto”, “arrepentíos y creed el evangelio”.
El hombre no regenerado es incapaz de hacer todas estas cosas, pero esto no
cambia su responsabilidad y deber de hacerlas. Dios no puede exigir menos que
la santidad y la justicia. Aunque el hombre ha perdido su capacidad, esto no ha
anulado ni acabado con su obligación.
*
Las siguientes ilustraciones (tomadas de varias fuentes por
el traductor) servirán para confirmar este punto:
A) Un Borracho Que Atropella
Y Mata A Una Persona Al Estar Manejando Su Automóvil, No Es Considerado
Inocente (O No Responsable), Aunque No Era Capaz De Controlar Su Vehículo.
B) El Ladrón Que Es
Controlado Por La Concupiscencia Y La Avaricia, No Puede Dejar De Robar. Pero
El Hecho De Que No Puede Dejar De Hacerlo No Lo Hace Inocente (No Le Quita Su
Responsabilidad).
C) La Segunda Carta De Pedro
Nos Habla De Aquellos Que “Tienen Los
Ojos Llenos De Adulterio Y No Pueden Dejar De Pecar”. Pero Esto No
Disminuye En Manera Alguna Su
Culpa Y Su Responsabilidad.
D) El Argumento Propuesto Por
Los Homosexuales En La Actualidad Es Que Son Pervertidos Por Naturaleza Y
Nacieron Así. Por Lo Tanto Dicen Que No Es Posible Que Dejen Su Pecado. Sin
Embargo, Rom.1:26-28 Dice Que Reciben En Sí Mismos La Retribución Debida A Su
Extravío.
E) La Excusa De Aquellos Que
Dicen: “Así Soy Y No Puedo Cambiar” No Sirve Sino Sólo Para Condenarlos.
F) La Persona Que Tiene Una
Deuda La Cual No Le Es Posible Pagar. La Ley No La Excusa Por Este Hecho De Su
Responsabilidad De Pagar. En Una Forma Semejante, Dios No Ha Perdido Su Derecho
De Exigir El Pago Aunque Los Hombres Hayan Perdido Su Capacidad De Pagar. La
Impotencia Humana No Cancela La Obligación Ni La Responsabilidad.
G) El Hecho De Que El Corazón
Humano Es Depravado, El Hecho De Que Ame El Pecado Y No Pueda Dejarlo, No Hace
En Ningún Modo Que Uno Sea Menos Responsable De Sus Pecados. Si No Fuera Así,
Entonces Entre Más Depravado Y Más Endurecido Que Uno Llegara A Ser, Menos
Responsabilidad Tendría. En Tal Caso, Dios No Podría Juzgar A Nadie.
Es
simplemente un argumento filosófico el que dice que la responsabilidad humana
es limitada por la incapacidad. Este argumento conduce a una absurda conclusión
de que entre más pecaminoso que uno fuera, menos responsabilidad tendría. El
diablo es un buen ejemplo de esto. Nadie duda de la depravación total del
diablo. No hay duda alguna de que aborrece a Dios, de que es incapaz de hacer
el bien y aún incapaz de arrepentirse. Pero ninguna de estas cosas le hace
menos responsable; por el contrario, aumentan su culpa y su condenación.
Ahora
es necesario hacer algunos comentarios sobre la naturaleza de la incapacidad
humana:
A) El Hombre Caído No Sólo Es
Incapaz De Hacer El Bien Espiritual Sino También Es Culpable De Su Propia
Incapacidad.
B) El Hombre Es Culpable
Porque Ha Continuado En La Misma Rebelión De Adán. Este Cayó Voluntariamente Y
Nosotros En Él (Vea Rom.5:12). Pero Como Una Raza, Hemos Continuado En Su
Rebeldía Hasta El Día De Hoy. Cada Ser Humano Ha Participado Voluntariamente En
La Misma Rebelión De Adán. El Hecho De Que Ninguna Persona Dejada A Sí Misma Quiere
Arrepentirse Y Volverse A Dios Es La Prueba De Su Rebelión.
C) Es Necesario Entender La
Distinción Entre La Incapacidad Física (Natural) Y La Incapacidad Moral
(Espiritual). Por Ejemplo, Hay Una Diferencia Entre La Ceguera De Bartimeo Y La
Ceguera De Aquellos Que Cierran Sus Ojos Para No Ver.
Hay
una diferencia entre los que son sordos de nacimiento y aquellos que tapan sus
oídos para no escuchar la verdad. La capacidad natural (física) tiene que ver
con las facultades que recibimos como seres humanos, por ejemplo: la capacidad
de pensar, de hablar, de ver, de oír y sobre todo de escoger. Los hombres
tienen mente y voluntad y la capacidad de escoger lo que quieren. ¿Cuál es
entonces, el problema? El problema radica en sus “deseos”. Por naturaleza los
hombres no tienen el deseo de ser salvos; no quieren venir a Cristo.
Esto
es lo que Cristo señalaba cuando decía, “ninguno
puede venir a mí, si no fuere traído por el Padre.” (Jn.6:44,65) Cuando
la Biblia dice que los hombres
no pueden venir, significa que la incapacidad es espiritual y moral. No pueden porque no
quieren. Así lo dijo Cristo en Juan 5:40,
“Y no queréis venir a mí, para que
tengáis vida.” Los hombres no
pueden porque aborrecen a Dios y aman sus pecados (Vea Jn.3:19- 20 y Rom.8:5-8). Esta incapacidad es
moral y espiritual y en ella se encuentra
la raíz de la depravación humana.
TERCERO, ¿Cómo
Puede Dios Decretar Que Los Hombres Hagan Ciertos Pecados Y Después Hacerlos
Responsables Por Cometerlos?
Para
contestar esta pregunta vamos a considerar la traición y la crucifixión de
Cristo. El Antiguo Testamento profetizó que Cristo sería traicionado (Zac.11:12)
y muerto (Isa.53). En Hechos 2:23 se declara, “A éste (Jesús),
entregado por determinado consejo y providencia de Dios, prendisteis y matasteis por manos de los inicuos,
crucificándole;” Note que los hombres son inculpados por aquello que fue
predestinado por Dios.
También
Hech.4:27-28 dice, “Porque
verdaderamente se juntaron en esta ciu38
dad contra tu santo Hijo Jesús, al
cual ungiste, Herodes y Poncio Pilato, con los Gentiles y los pueblos de Israel, Para hacer lo que tu mano y
tu consejo habían antes
determinado que había de ser hecho.” Fue el propósito de Dios que Cristo
muriera crucificado. Sin embargo, el propósito de los hombres al traicionar y
crucificar a Cristo no fue para obedecer a Dios, sino más bien una
manifestación de su odio y rebeldía contra El.
Judas
mismo confesó sus malvadas intenciones en Mateo 27:4, “Yo he pecado entregando
la sangre inocente.” Por este motivo Judas fue condenado por Dios. La
traición de Judas formó una parte del plan eterno de Dios, pero esto no libró
de su responsabilidad a Judas. Cristo mismo afirmó este punto en Lucas 22:22
diciendo, “Y á la verdad el Hijo del
hombre va, según lo que está
determinado; empero ¡ay de aquél hombre por el cual es entregado!” Dios
no puso en el corazón de Judas, ni tampoco en los judíos el deseo de traicionar
a Cristo. Dios no aprueba el pecado ni tampoco es su autor.
Los
motivos y los propósitos malvados de los hombres nacen de su propio corazón
(Vea Stg.1:13-14) y por lo tanto son responsables ante Dios. El corazón
perverso de los hombres produce las malas obras, pero Dios refrena y dirige
esta maldad para cumplir a través de ella sus propósitos. Los siguientes textos
afirman esta verdad: “El corazón del
hombre piensa su camino: Mas
Jehová endereza sus pasos.” (Proverbios 16:9) “Ciertamente la ira del
hombre te acarreará alabanza: Tú reprimirás el resto de las iras.” (Salmos 76:10).
Por
lo tanto los decretos de Dios no son la causa de los pecados humanos, antes
bien sus decretos limitan y dirigen los hechos malvados de los hombres para
cumplir su plan eterno. Dios no forzó a Judas a hacer la maldad que hizo, sino
que Dios usó la maldad de Judas para cumplir el plan de la redención.
CUARTO, ¿Cómo Puede El Pecador Ser Responsable De Recibir A
Cristo Y Ser Responsable Por Rechazarlo, Cuando Dios No Le Ha Elegido Para Ser
Salvo?
En
primer lugar, tenemos que comprender que nadie puede saber con plena certeza
que no es uno de los elegidos de Dios. Este conocimiento pertenece al consejo
secreto de Dios al cual ningún ser humano tiene acceso.
(Deut.29:29)
La voluntad revelada de Dios es la norma de la responsabilidad humana. Dios ha
revelado en su Palabra que todas las personas deben arrepentirse y creer el
evangelio. (Hech.17:30, 1 Jn.3:23) Las mismas Escrituras dicen que todos
aquellos que se arrepientan y crean serán salvos. Todos los hombres son
responsables de escudriñar las Escrituras, “las cuales nos pueden hacer sabios para la salvación” (2
Tim.3:15).
Puesto
que la fe viene por el oír la Palabra de Dios (Rom.10:17), entonces es el deber
de cada pecador escudriñar las Escrituras, rogando a Dios que le conceda
entendimiento para la salvación de su alma. Hagamos lo que Dios nos ha mandado
y dejemos lo demás en sus manos. Como ya hemos señalado es el hecho de que el
hombre no quiere volverse a Dios, ni obedecer, ni amarle lo que es la fuente de
su incapacidad.
Esto
es lo que origina la necesidad de la gracia electiva de Dios. Si no fuera por
esta gracia, nadie sería salvo. (Isa.1:9)
Puesto
que el hombre es incapaz de cumplir con las exigencias de Dios, entonces, ¿qué
debería hacer? Primero, debería humillarse y reconocer su incapacidad. Segundo,
debería clamar a Dios y pedirle la gracia para superar su incapacidad. Cada
creyente verdadero reconoce su incapacidad y depravación, y ruega a Dios
fervientemente por su sabiduría, gracia y poder para poder hacer lo que es
agradable delante de El.
En
la misma manera, cada pecador es responsable de invocar al Señor reconociendo
que la Palabra de Dios dice la verdad cuando describe su condición depravada, y
reconociendo que el juicio de Dios es justo. Su deber entonces, es clamar a
Dios y pedirle el poder de su Espíritu Santo para conducir su corazón a la
obediencia y sumisión a Cristo.
Si
el pecador hace esto sinceramente, entonces Dios responderá a su clamor, porque
la Escritura dice: “Todo aquel que
invocare el nombre del Señor será salvo.” (Rom.10:13) Tal como un hombre
que está muriendo sin fuerzas ni habilidad para salvarse a sí mismo debería
clamar por ayuda, así también el pecador incapaz de salvarse a sí mismo debe
clamar a Dios a fin de que El haga lo que él es incapaz de hacer. Sin embargo,
si el pecador está decidido a perecer y rehúsa venir a Cristo, entonces no
puede inculpar a nadie, salvo a sí mismo.
Si
el pecador puede o no entender como armonizar la soberanía de Dios y la
responsabilidad humana, de todas maneras permanece como responsable de invocar
a Cristo para salvación del pecado y de la ira de Dios.
Tal
vez mientras leía estas lecciones, hayan surgido algunas preguntas. Quizás se
haya preguntado, ¿Porqué los creyentes se toman la molestia de predicar el
evangelio a los inconversos si en verdad los hombres no tiene la capacidad de
recibir a Cristo como su salvador? O la pregunta de, ¿Porqué los creyentes se
deben preocupar por orar si Dios ya ha decidido lo que va a suceder?
O
la pregunta, ¿Porqué deben hacer un esfuerzo los creyentes para llegar a ser
mejores personas, si Dios mismo está controlando sus vidas? Tal vez esté
pensando que es una injusticia y un agravio de Dios escoger sólo a ciertas
personas para ser salvas. En el próximo capítulo intentaremos responder a estas
preguntas.
LECCIÓN: 11
LA SOBERANIA DE DIOS Y NUESTRAS
ORACIONES
“Y esta el la confianza que tenemos en El, que si
pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, El nos oye.” 1
Juan 5:14.
Existen
algunas preguntas que surgen en la mente de las personas cuando piensan acerca
de la soberanía de Dios.
Ya
hemos dicho que las personas son incapaces de escoger ser salvos de sus pecados
a menos que Dios mismo cambie su naturaleza pecaminosa.
Entonces,
la primera pregunta que responderemos es ésta: Si Dios hace el cambio en la
naturaleza de las personas, ¿porqué deben esforzarse los creyentes a predicar
el evangelio a todos? Hemos aprendido que por naturaleza, los hombres son tan
pecaminosos que por sí mismos no pueden escoger creer en Jesucristo. ¿Porqué,
entonces, los creyentes deben urgir a las personas a que crean? La respuesta es
esta: A los creyentes les es mandado por Dios predicar el evangelio a todos.
No
predicamos el evangelio pensando que los oyentes inconversos tengan en sí
mismos la capacidad para recibir a Cristo como su Señor. Predicamos porque
sabemos que eso es lo que Dios nos ha comisionado hacer.
Sabemos
que cuando el evangelio es predicado, Dios mismo habla eficazmente a algunos de
aquellos que escuchan. A aquellas personas que Dios ha elegido, les es dada la
disposición para creer. Creer que Dios está en control de todo es de una gran
ayuda y estímulo para la predicación evangelística. Los creyentes saben que las
personas elegidas por Dios se arrepentirán de sus pecados cuando escuchen
acerca de Jesucristo el Salvador.
De
hecho, esta convicción de que Dios está realizando sus propósitos mediante la
predicación, es la base por la verdadera predicación evangelística. Vea Isaías
55:10-11 y 2 Cor.2:14-17, Rom.10:14-15 y 1 Pe.1:23.
En
segundo lugar, otra pregunta que puede surgir es ésta: Si Dios ha determinado
lo que va a suceder, y si también tiene el control sobre todo lo que acontece,
entonces ¿existe alguna razón para orar? Si Dios ya ha tomado todas las
decisiones, seguramente la oración no tiene valor alguno. Nosotros no podemos
cambiar la voluntad de Dios. Nuestra respuesta es la siguiente: Debemos
entender el significado verdadero de la oración.
Algunos
dicen que la oración es la forma en que Dios permite que nuestras voluntades
tengan injerencia en lo que ocurre. Pero la Biblia enseña claramente que es
Dios quien hace que las cosas sucedan. Por lo tanto, la idea de que nuestras
oraciones hacen que las cosas ocurran es errónea. Otras personas dicen que la
oración es una forma para conseguir que Dios cambie su voluntad. Pero como ya
hemos visto, Dios ya ha decidido exactamente lo que ha de acontecer. La oración
no es algo que podemos usar para cambiar las cosas; nuestra oración no cambia
la voluntad de Dios.
La
oración es la manera señalada por Dios para que le honremos. La oración es un
medio de adoración a Dios. La oración es el reconocimiento de que dependemos
totalmente de Dios, por todo lo que somos y lo que tenemos.
La
oración es el método divino para pedir la bendición de Dios. La oración hace
que nos demos cuenta de que tan pequeños y débiles somos y que tan grande es
Dios. La oración es un don de Dios para su pueblo a fin de que ellos le pidan
las cosas que necesitan. La oración no tiene el propósito de alterar las cosas
que Dios ha determinado. (Vea los siguientes textos que afirman esta verdad:
Mat.5:10; 1 Jn.5:14; Rom.8:26-27).
Por
otra parte, Dios ha determinado que la oración sea un medio para llevar a cabo
su voluntad, tal como la predicación del evangelio es el medio usado por Dios
para salvar a los pecadores. Las oraciones de los creyentes forman parte del
plan de Dios para llevar a cabo a sus propósitos eternos.
Así
que, cuando los creyentes oran no lo hacen para cambiar el plan de Dios, sino
para que el plan de Dios se efectúe. Los creyentes pueden orar por ciertas
cosas con confianza porque saben que están incluidas en el plan de Dios. Cuando
decimos a Dios nuestras necesidades, nos estamos encomendando a su cuidado, y
le suplicamos que trate con nuestras necesidades de conformidad con su plan.
Entonces, puede darse cuenta que la oración es básicamente una actitud, una
actitud de dependencia total de Dios.
La
oración es lo opuesto de decirle a Dios lo que tiene que hacer, porque la oración
pide para que la voluntad de Dios sea hecha. Así pues, esto contesta nuestra
pregunta acerca de la razón para orar. Los creyentes oran por cosas que
concuerdan con el plan que Dios ya ha determinado, es decir, cosas que son
parte del mismo plan de Dios. Los creyentes oran, no para cambiar el plan de
Dios, sino para aceptarlo y encontrar la bendición de Dios a través de dicho
plan.
En
tercer lugar, quizás la siguiente pregunta ha llegado a inquietarle. Si Dios ha
decidido todo lo que sucede, entonces ¿porqué han de preocuparse los creyentes
por ser buenos? Si Dios ha planeado que los creyentes serán buenos, entonces
¿porqué deben preocuparse de ser buenos ellos mismos?
Una
vez más, la respuesta básica es que los creyentes hacen bien, porque Dios les
ha mandado hacer lo que es bueno. En realidad, el conocimiento de que Dios
controla todas las cosas ayuda a los creyentes a hacer lo bueno.
Los
creyentes confían en que Dios puede darles la capacidad para hacer cosas
buenas. Los creyentes verdaderos saben que en sí mismos no tienen el poder para
hacer lo que Dios les ha mandado. Es por lo tanto que confían en que Dios les
puede dar la fortaleza que necesitan para obedecer su voluntad.
Por
último, quizás usted ha pensado que es injusto y cruel de parte de Dios,
escoger sólo a ciertas personas para ser salvas. Pero recuerde lo siguiente, si
Dios no hubiera escogido y salvado a algunos, entonces nadie sería salvo del
pecado. Si Dios no hubiera escogido a nadie, entonces todos habríamos muerto en
nuestros pecados. Dios no es injusto al escoger salvar a algunos y no a otros,
porque nadie tiene el derecho de ser salvo, es decir, Dios no “debe” la
salvación a nadie. La salvación es enteramente un asunto de la bondad de Dios
hacia personas que no la merecen. Dios ha mostrado su bondad a ciertas personas
según le pareció mejor a El. (Vea Mat.11:25-27).
Nosotros
podríamos pensar que hubiera sido mejor que Dios salvara a todos, pero nosotros
no estamos capacitados para decidir esto. No somos capaces de ver y comprender
todo lo que Dios ve y comprende. Los caminos de Dios no son como nuestros
caminos, y nosotros no podemos comprenderlos íntegramente. (Vea Isa.55:8-9 y
Rom.11:33-36)
Todo lo que podemos decir es que Dios ha
mostrado su amor en la elección y salvación de gente que no merece su bondad.
Así que, permítame hacerle una última pregunta: ¿Es usted una de las personas
que Dios ha escogido para salvación? ¿Existe algún deseo en su corazón por ser
una de las personas que pertenecen a Dios?
TEXTOS BIBLICOS:
“He manifestado tu nombre a los hombres que del
mundo me diste: tuyos eran, y me los diste, y guardaron tu palabra. Yo ruego
por ellos: no ruego por el mundo, sino por los que me diste; porque tuyos son:”
Juan 17:6 y 9.
“Como todas las cosas que pertenecen a la vida y a
la piedad nos han sido dadas por su divina potencia, por el conocimiento de
aquel que nos ha llamado por su gloria y virtud:” 2
Pedro 1:3
“Porque somos hechura suya, criados en Cristo Jesús
para buenas obras, las cuales Dios preparó para que anduviésemos en ellas.” Efesios
2:10.
“Para nosotros que somos guardados en la virtud de
Dios por fe, para alcanzar la salud que está aparejada para ser manifestada en
el postrimero tiempo.” 1 Pedro 1:5.
“Y Samuel se lo manifestó todo, sin encubrirle
nada. Entonces él dijo: Jehová es; haga lo que bien le pareciere.” 1
Samuel 3:18.
“Entonces Job se levantó, y rasgó su manto, y
trasquiló su cabeza, y cayendo en tierra adoró; Y dijo: Desnudo salí del
vientre de mi madre, y desnudo tornaré allá. Jehová dio, y Jehová quitó: sea el
nombre de Jehová bendito.” Job 1:20-21.
LECCIÓN: 12
LOS BENEFICIOS DE LA SOBERANIA DE DIOS
“Así, Padre, pues que así agradó en tus ojos.” Mateo
11:26. Déjeme recordarle lo que hemos aprendido hasta ahora. Dios tiene control
de todo y en forma soberana controla todas las cosas en el mundo. Dios controla
tanto las cosas inanimadas como las cosas vivas; los animales, los hombres y
los ángeles. Dios el Padre escoge a su pueblo de cada época de la historia y de
cada nación y de toda raza. Jesucristo murió para salvar a este pueblo de sus
pecados, y el Espíritu Santo les da nueva vida espiritual.
En
la salvación de su pueblo y en todo lo que hace, Dios obra de acuerdo a su plan
predestinado. También hemos aprendido que la voluntad humana es por naturaleza
mala y no escoge lo que es bueno. Solamente Dios puede hacer que una persona
desee la salvación del pecado. Dios es soberano, El es el gran rey, El es el
único Dios.
Pero
quizás usted se pregunta porqué nosotros pensamos que estas doctrinas son tan
importantes. ¿En qué forma nos afectan a nosotros? ¿Qué diferencia hay en la
práctica si Dios está o no en control de todas las cosas?
PRIMERO, que
todo, si creemos que Dios es soberano, entonces tenemos una mejor idea de lo
que Dios es, es decir, de su verdadera naturaleza y carácter. Nos damos cuenta
de que el Dios que hizo todas las cosas tiene un poder completo sobre su
creación. También nos percatamos de que siempre debemos de obedecerle y
someternos a El. Aunque no podemos entender todo lo que Dios hace, sabemos que
nadie puede resistir su voluntad.
Sabemos
también, que Dios ha mostrado su bondad a una gran multitud de personas que no
la merecieron. Entonces, cuando pensamos del plan divino de la salvación nos
damos cuenta de cuán grande y poderoso es Dios.
EN SEGUNDO LUGAR,
creyendo que Dios tiene control completo de todo, nos damos cuenta de que
nuestra religión es viva y práctica. No podemos tener una fe verdaderamente
viva hasta que nos demos cuenta de qué tan grande y poderoso es Dios. Cuando
nos percatamos del poder de Dios, vemos nuestra necesidad de obedecerle y
someternos a El en cada aspecto de nuestras vidas. Solamente dándonos cuenta de
la grandeza de Dios, surge el deseo de aprender más acerca de El. Solamente
aquellos que han visto la grandeza de Dios desean orar conforme a su voluntad y
hacer todo para su gloria.
EN TERCER LUGAR,
la creencia de que Dios es soberano sobre todas las cosas nos enseña que no
podemos hacer nada para salvarnos a nosotros mismos. La salvación no es como
algunos dicen, que Dios ha hecho todo lo que podía y ahora está esperando que
nosotros hagamos lo que podamos.
La
verdad es que no podemos hacer nada para salvarnos a nosotros mismos. Nuestra
voluntad humana desea por naturaleza hacer lo que es malo.
No
deseamos del todo volvernos a Dios. Solamente Dios, quien tiene control completo
sobre todo, puede darnos la disposición para volvernos a El.
El
hecho de que no podemos salvarnos a nosotros mismos debería hacernos sentir
temor del peligro de nunca llegar a ser salvos. Este temor puede ser algo
bueno, si nos conduce a entender que sólo Dios nos puede salvar. Entonces, nos
puede llevar a la disposición de pedirle que nos salve.
EN CUARTO LUGAR,
la creencia de que Dios tiene control de todo nos muestra cuánto dependemos de
El para todo. También nos damos cuenta cuán débiles, vanos y pequeños somos; y
por otro lado nos damos cuenta cuán fuerte, sabio y grande es Dios. Vivimos en
un mundo donde la gente siempre está alabando y engrandeciendo los logros
humanos.
La
gente se enorgullece de las cosas que los hombres han mejorado. Pero cuando
creemos en la soberanía de Dios, comenzamos a ver todo desde otra perspectiva.
Vemos que sólo Dios es capaz de salvar a su pueblo de sus pecados. Vemos que los
hombres no pueden hacer nada para ayudar a Dios a salvarlos. Como resultado,
alabamos a Dios por todo lo que ha hecho para salvar a su pueblo escogido.
EN QUINTO LUGAR,
creer en la soberanía de Dios nos da un sentimiento de plena seguridad. Porque
al confiar en un Dios que controla todo, ya no tenemos nada que temer. Aún en
tiempos de tristeza sabemos que Dios está ahí, y que está lleno de poder,
sabiduría y bondad. Dios es demasiado sabio como para cometer un error. Dios es
demasiado bondadoso para causarnos algún dolor que no sea al fin para nuestro
bien. Aún en tiempos de dolor, estamos completamente seguros si estamos
confiando en un Dios soberano.
EN SEXTO LUGAR,
si creemos en que Dios es soberano estaremos contentos con cualquier cosa que
Dios nos mande. Esto no significa que aceptemos las cosas difíciles con un
espíritu estoico o fatalista. Si confiamos en Dios, nos daremos cuenta que lo
que El nos envía es para nuestro bien (aún cuando no comprendamos como es que
todo esto redundará para nuestro bien).
LA SÉPTIMA cosa es que creyendo en la soberanía de
Dios somos conducidos a alabarle. Si Dios nos ha escogido, nos ha salvado y nos
ha guardado en cada momento de nuestra vida por su bondad, entonces desearemos
alabarle por todo lo que El es, y por todo lo que El ha hecho por nosotros.
EN OCTAVO LUGAR,
creer en la soberanía de Dios nos da la seguridad de que en un día futuro, el
bien triunfará sobre el mal. Ahora sentimos que la maldad es más fuerte que el
bien. Pero, si creemos que Dios es soberano, sabemos que un día Satanás será
derrotado. En un día futuro, será completamente claro que Dios es más grande
que todos los poderes de la maldad.
En
un día futuro, todos verán claramente que Dios es soberano. Finalmente, la
creencia de que Dios controla todo nos da paz en nuestros corazones. Todos los
creyentes verdaderos saben que el Dios soberano que controla toda la creación,
es el mismo Dios que gobierna en sus corazones; como resultado de ello, tienen
perfecta paz.
Debido
a Su soberanía Dios es digno de toda confianza. El es demasiado sabio para
equivocarse, demasiado poderoso para ser vencido y demasiado bondadoso para
hacer algo malo. Si este Dios es su Dios, entonces usted puede estar
completamente seguro.
LECCIÓN: 13
COMO DEBEMOS PROCEDER AHORA
“Y conoceréis la verdad, y la verdad os libertará.”
Juan 8:32. Dios es soberano y obra de acuerdo con su plan
eterno en la salvación de su pueblo. La voluntad de los hombres no escoge
naturalmente a Dios porque está inclinada al mal. Solamente Dios puede hacer
que una persona desee ser salva de sus pecados. El es el Dios soberano, El es
el gran Rey. Si creemos esto, ¿cómo debemos entonces reaccionar?
PRIMERO,
puesto que Dios es soberano debemos temerle. Temer a Dios significa recordar
cuán grande, santo y poderoso es Dios. Significa también recordar cuán
pequeños, pecaminosos y débiles somos nosotros. Significa hacer su voluntad y
creer todo lo que El nos dice en su Palabra.
Significa
obedecer a Dios porque dependemos totalmente de El. Dios nos da todo lo que
necesitamos y por ello, lo menos que podemos hacer es obedecer lo que El dice
en la Biblia y darle a El el primer lugar en todo.
SEGUNDO,
como Dios es soberano debemos aceptar gustosamente todo lo que nos acontece.
Pudiéramos quejarnos cuando no tenemos lo que queremos o pudiéramos sentir que
merecemos alguna bendición en particular.
Quizás
sintamos que merecemos el éxito o la felicidad. Pero si somos creyentes verdaderos,
sabemos que Dios no nos da el castigo que nuestros pecados merecen. Los
creyentes verdaderos se dan cuenta que en lugar de castigarnos, Dios ha sido
muy bondadoso para con nosotros en todos los aspectos, cuando merecíamos lo
contrario. Y si realmente creemos que Dios es soberano en todo, entonces
debemos reconocer que Dios tiene el derecho de hacer todo lo que quiera con lo
que es suyo, incluso con nosotros.
Por
lo tanto, si Dios hace que nos acontezcan cosas que no nos gustan, debemos
aceptarlas sabiendo que provienen de su mano, y que El solamente procura
nuestro bien.
TERCERO,
puesto que Dios es soberano siempre debemos estar muy agradecidos con El. Nos
sentimos agradecidos cuando las cosas van de acuerdo a lo que deseamos, pero
también deberíamos alabarle y darle las gracias aún cuando nos parece que todo
va mal. Deberíamos ser agradecidos aún en los tiempos difíciles, porque si
somos creyentes verdaderos, creemos que Dios nos ha escogido, que nos ama y que
está controlando todo lo que nos sucede.
Si
realmente somos creyentes, debemos de seguir el ejemplo de nuestro Señor
Jesucristo. ¿Se ha dado cuenta de cuán temeroso era Jesucristo de Dios el
Padre, aceptando la voluntad del Padre y dándole gracias en todo tiempo? En el
Nuevo Testamento vemos que cuando Satanás le tentó, Jesús le dijo que solamente
Dios debía ser adorado. A lo largo del Nuevo Testamento vemos la obediencia de
Cristo, hasta que su obediencia culminó en su muerte a favor del pueblo
escogido de Dios. Jesús aceptó la voluntad del Padre aún y cuando pidió que si
fuera posible el Padre quitara sus sufrimientos.
El
también dijo: “No sea hecha mi
voluntad sino la tuya”. También vemos como Cristo daba gracias al Padre.
Aún cuando la gente que había visto sus milagros no se arrepintió ni creyó en
El, Jesús todavía le daba gracias a Dios. Como Lucas dice: “En aquella misma hora Jesús se alegró en espíritu, y dijo: Yo te alabo, oh
Padre, Señor del cielo y de la tierra,
que escondiste estas cosas a los sabios y entendidos, y las has revelado
a los pequeños: así, Padre, porque así
te agradó.” (Lucas 10:21). Seguramente, si nosotros somos creyentes
verdaderos en Cristo Jesús haremos lo mismo.
Finalmente,
puesto que Dios es soberano debemos adorarle. El usa su poder sabiamente y para
el beneficio de su pueblo. Debido a que Dios es completamente sabio no puede
cometer ningún error; porque El es santo, tampoco hará ningún mal. Si no
conociéramos más sobre Dios, excepto que su voluntad es soberana, entonces
solamente tendríamos miedo de El.
Pero
podemos regocijarnos porque sabemos que la poderosa e inmutable voluntad de
Dios es también, enteramente buena.
El
propósito divino en controlar todo es mostrar su propia santidad, bondad y
verdad. A pesar de todo lo que vemos en el mundo, Dios todavía está llevando a
cabo sus propósitos. Y para hacer esto, en algunas ocasiones usa hasta a los
hombres malvados y a Satanás. Nadie puede alterar el propósito de Dios. Para su
propia gloria, Dios controla todo porque quiere mostrarnos su bondad, santidad
y verdad. Para su propia gloria, Dios el Padre escogió un gran número de
personas para ser salvos de sus pecados.
Jesucristo
murió por estas personas y el Espíritu Santo les da la vida espiritual. Para
mostrar su gloria, Dios cambia la naturaleza malvada de las personas elegidas
para salvación, a fin de que se vuelvan a El y aprendan a amarle.
Esta
obra maravillosa de Dios está sucediendo actualmente en todas partes del mundo.
Muchos de los que leerán estas palabras son aquellos que Dios ha llamado para
que sean su pueblo. El les cambió, y les ha dado vida espiritual a fin de que
llegaran a ser su pueblo. Si usted quiere que este Dios sea su Dios, entonces
búsquele en oración. El ha prometido que no echará fuera a ninguno que venga a
El. Por supuesto que no los echará fuera, porque es la misma obra de El en sus
corazones la que les hace desear acudir a El.
Todas
las cosas fueron hechas por Dios, todas las cosas son controladas por El, todas
las cosas obran de acuerdo a su plan. Todas las cosas sirven para la gloria de
Dios, y cuando todas las cosas lleguen a su fin, este Dios soberano permanecerá
por siempre siendo adorado y alabado en toda su bondad, santidad y gloria.
Vayamos entonces a alabar y adorar a nuestro soberano y todopoderoso Dios, aquí
y ahora.
¡Gran
Dios! Cuán infinito eres tu, Cuán débiles e indignos gusanos somos nosotros, Póstrese
toda criatura y busque la salvación de tí.
La
eternidad con todos sus años Permanece siempre presente a tu vista, Para tí no
existe nada viejo, ¡Gran Dios! No puede haber nada nuevo para tí.
Nuestras
vidas son movidas de un lado a otro, y angustiadas por cosas que no tienen
importancia; Mientras tú eterno pensamiento sigue adelante según tú inmutable e
inalterable plan. Isaac Watts (1674-1748)